LA DISPOSICIÓN A ENOJARNOS
Y A MOSTRARNOS RESENTIDOS
Hugo Betancur
Cuando
asumimos una posición defensiva, consideramos que otra u otras personas han
desplegado un comportamiento ofensivo contra nosotros.
Nuestra
posición defensiva es una reacción ante palabras y acciones de otros, que
subjetivamente interpretamos como injuriosas en nuestras relaciones cotidianas.
En ocasiones, esas manifestaciones de enojo pueden ser reacciones respecto a
personajes que no tratamos y que están ubicados en espacios no confluentes con
los nuestros -tal vez ni siquiera hayamos interactuado con ellos; probablemente
su acto no tenía una connotación denigrante. Sin embargo, lo que han hecho o
han dicho -los cercanos y los lejanos- llega a nosotros como una ofensa o como
un ataque.
La relación
con los sucesos y los personajes implicados tiene características adversas en
ese momento para nosotros. A veces nos sentimos tan conmocionados o “heridos”
que replicamos iracundos y desafiantes o dolidos y autocompasivos.
Entonces
aplicamos esas palabras y acciones de otros como enfiladas contra nosotros; las
atrapamos al vuelo y las utilizamos tendenciosamente para sacar a relucir
nuestros conflictos no resueltos. Esas manifestaciones verbales o conceptuales
y esos hechos tocan hilos ocultos de nuestra historia y de nuestra
personalidad, por lo que arremetemos con movimientos psicológicos de oposición
desde nuestras mentes: con reacciones airadas explosivas y sentidas o con
replegamientos resentidos y silenciosos que acumulan un potencial de respuesta
violenta que vendrá después.
¿QUÉ O
QUIÉN SE SIENTE HERIDO O RESENTIDO?
Nuestra
representación mental para la situación es desmesurada y no tiene coherencia
con lo acaecido. Como dice ahora la gente joven, nos metemos en una película
que nosotros mismos hemos creado. Y obviamente, es preciso arrancar las raíces
profundas que nos han dejado plantados en ese terreno árido y seco de las
vivencias turbias. Mientras persistan, volveremos una y otra vez a experimentar
crisis parecidas, en un circuito reverberante, tan patéticos como los perros
que dan vueltas –también una y otra vez- tratando sin éxito de morder su propia
cola.
Decimos a
veces refiriéndonos a una situación particular que “tocó las fibras más
profundas de mi ser” para sugerir que algo fue muy conmovedor o muy
emocionante. La locución “tocar hilos” es más amplia; puede ser un simbolismo
para aludir a que la circunstancia llegó como una impresión a la memoria
neuronal en el cerebro –las células nerviosas- donde guardamos lo vivido y el
significado que le dimos (grato o ingrato, dañino o benéfico, útil o
perjudicial). Inicialmente percibimos algo; luego conformamos una impresión de
ese evento, que proviene de nuestra propia base de datos; después elaboramos
una respuesta.
Quizá la
locución mover los hilos sea un símil de la representación con marionetas en un
retablo: el titiritero permanece oculto en la penumbra o tras bambalinas
mientras mueve los hilos de sus muñecos que cobran vida por la acción de sus
manos y de su voz falseada con tonos agudos o graves. Cuando él manipula la
tablilla de comando, su movimiento es trasmitido a partes del muñeco a través
de los hilos para correr la pantomima (a veces su artesanía es tan sofisticada
que puede modificar las expresiones de los rostros).
[Podemos ver como símiles en
youtube los siguientes videoclips de marionetas]:
https://www.youtube.com/watch?v=Tn5pc5Ucgqc
https://www.youtube.com/watch?v=74y8qfdXH54
En muchas
circunstancias de la vida nos sentimos afectados por otros. Podemos adaptarnos
a la condición de víctimas según las características de la relación
experimentada porque las acciones de otros nos causan daños físicos o
psicológicos y eso es evidente. Hay una causa y un efecto.
Una vez que
pasó el suceso lo clasificamos o identificamos como una experiencia negativa
que tendemos a evitar o a rechazar. Es un comportamiento humano normal.
Sin
embargo, podemos realizar un aprendizaje basado en un entendimiento y
comprensión de esas situaciones vividas que representan una carga de conflicto
y sufrimiento para nosotros. Si no lo hacemos, seguimos atados al pasado y las
escenas quedan fijadas, estancadas, en nuestra memoria.
La
expresión “ponerse en los zapatos de otro” es una metáfora conveniente para
disponernos a comprender lo que impulsó a otros a actuar como lo hicieron
produciendo el resultado de afectarnos y causarnos daño. El momentum de su
personalidad y el momentum de la relación con nosotros los impulsaron a obrar
así. Podemos concluir, utilizando la frase lapidaria de los historiadores, que
“todas las condiciones estaban dadas” y que lo sucedido era inevitable para
ellos y nosotros.
Claro, me
refiero al enfoque sobre lo que ya pasó.
Si somos
serios y queremos establecer nuestra paz, podemos reparar la situación
experimentada con una generosa comprensión liberadora. Si lo que queremos es
mostrar al mundo nuestra desolación, podemos conservar la situación tan
destructiva como lo fue para nosotros (y quizá más dramática). Lo primero nos
permite fluir. Lo segundo nos limita y nos restringe a seguir representando el
papel de víctimas -lo que antes fue una interpretación adecuada para la
experiencia atravesada pero que ahora se nos vuelve una función subyugante y
engorrosa.
Día a día
podemos trascender esas circunstancias onerosas para poder integrarnos al curso
de la vida con una mentalidad optimista. La sanación de nuestras heridas
psicológicas responde a nuestros propósitos de superación y de cambio. Si no lo
hacemos, la relación cumplida donde experimentamos ese amargo papel de víctimas
se extiende en el tiempo y nos sigue causando desasosiego, y quienes nos
confronten con las imágenes que mantenemos se verán abocados a nuestra furia o
a nuestra reacción defensiva impetuosa e inapropiada.
Hugo Betancur (Colombia)
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5 comentarios:
Dr, muy interesantes y cuestionantes los temas, después de leer cada uno de los temas solo quedan las ganas de continuar en la búsqueda de ese crecimiento y formación espiritual.
Dr, muy interesantes y cuestionantes los temas, después de leer cada uno de los temas solo quedan las ganas de continuar en la búsqueda de ese crecimiento y formación espiritual.
Dr, muy interesantes y cuestionantes los temas, después de leer cada uno de los temas solo quedan las ganas de continuar en la búsqueda de ese crecimiento y formación espiritual.
Dr, Hugo sus artículos son importantes fundamentos para la comprensión necesaria y única que permiten la orientación hacia el crecimiento personal.
Estoy de acuerdo...muchas veces creemos q las personas nos atacan, y es cuando descubrimos que los "demas" solo expresan algo...que tiene un efecto en mi, como al mirar al espejo, veo un reflejo de algo que acepto o rechazo....si me permito descubrirme en el efecto producido por el otro (que no es mas que mi propia herida escondida) aprendere y llegare mas rapido r lo que debo trascender....
Gracias Dr.
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