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martes, 31 de enero de 2023

Acciones para sanarnos

                              Escultura de Salvador Arango en campus de Universidad Pontifica Bolivariaan en Medellin.
   INSTRUMENTOS DE SANACION

Hugo Betancur

 

La resolución pronta de los conflictos.

Escribir sobre nuestras incertidumbres y temores.

Hacer ilustraciones y pinturas según nuestro talento con figuras que ideamos.

Meditar: quedarnos quietos y en silencio observando las imágenes y conjeturas de nuestras mentes.

Escuchar música que nos anime y nos traiga bienestar.

Reposar lejos de los espacios de confrontación y adversidad.

Leer temas y relatos que nos permitan auto conocernos.

Respetar nuestra libertad y respetar y acatar la libertad de los demás.

Enfocarnos en asumir nuestras existencias con aceptación plena, descubriendo nuestras creencias hostiles y disociadoras y reemplazándolas por la conciliación como recurso de entendimiento.

Pausar nuestros egos y permitir que nuestra mente afronte las crisis con una percepción atenta.

Callar nuestros juicios de culpa contra otros y nuestras protestas dolidas de víctimas.

Mirarnos a nosotros mismos y a otros con una actitud de paz  y comprensión.

La disposición a sanar, que es fundamental.

Estas acciones que acabo de enumerar nos permiten cumplir el proceso de liberar las cargas del conflicto, de la enfermedad y de la depresión.

La mente que elabora los conflictos debe cambiar para elaborar las soluciones.

Tal vez la reacción mental común de los seres humanos ante las pérdidas -lo que calificamos como perdidas, incluidos los lutos-, sea la de proclamarnos víctimas -de los demás, o de la vida-: ¿por qué me pasa esto a mí?, ¿por qué Dios permite que esto pase?, ¿por qué Dios me castiga con esto? (son preguntas que no tienen respuesta, cualquier explicación que otros nos den resulta desacertada e insuficiente).

Para instaurar nuestra autonomía y nuestro bienestar tenemos la opción y el requerimiento de ponernos en paz con lo que sucedió en el pasado y que nos afecta. La disposición a la comprensión nos permite elaborar ese proceso de la pacificación en nuestra mente.

No nos es posible resolver los conflictos con las mismas creencias e ideas obsesivas con que los armamos y los mantenemos vigentes -debemos desprender las flores y las hojas secas de las plantas, y recoger los frutos maduros  para propiciar que sucedan otras cosechas con un reverdecimiento y floración renovadas.

Cada uno interpreta el mundo a su manera, según los contenidos de su mente y cada uno asume su destino a su manera según su idiosincrasia como ser humano.

La duración de cada existencia y las vivencias posibles corresponden al destino de cada uno y no al ideal que pretendamos aplicarle.

Hugo Betancur (Colombia)

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domingo, 22 de enero de 2023

Las ilusiones de nuestras mentes

                                                                       Observatorio en Paris. Carlos Andres Betancur.

MIRANDO HACIA LEJOS 

Hugo Betancur

 

Nuestras mentes proyectan hacia el futuro nuestras ilusiones -lo que no ha sucedido y que imaginamos con la ambición de lograrlo o alcanzarlo para nuestra complacencia y fortuna. Tanto nuestras ilusiones como el futuro en que deberán ocurrir son figuraciones. Solo los profetas de la Biblia conjeturaron algunos hechos que acaecerían y solo los astrónomos ven algo del pasado en el brillo lejano de algunas estrellas que ya se extinguieron.

 

En nuestro ahora, las ilusiones son espejismos, intangibles e inciertas, y las convertimos en valores y motivaciones esenciales.

 

Muchos de nuestros ideales sobre otros seres humanos, no alcanzados, o por alcanzar –y probablemente inalcanzables-, en ocasiones se convierten en obsesiones persistentes y frustrantes para nosotros y en yugos para ellos, son algo parecido a una camisa de fuerza que nos ajustamos o que ponemos a nuestros relacionados, son la barrera que nos separa y no el vínculo que nos une.

 

Escuchamos o presenciamos con frecuencia los reproches o reclamaciones de las parejas, de los padres, de los hijos, porque lo que llamamos realidad no les ha traído a esos otros con las cualidades y condiciones que ellos les fijaron como ideales.

 

Bajo un análisis estricto, no disponemos de esos seres humanos anhelados que puedan servirnos como robots funcionales y que tengan además virtudes humanas excelsas y cálidas (esos padres, hijos y parejas idealizados no existen).  

 

Todos los seres vivos nos movemos con nuestras sombras que la luz del día destaca y que la noche encubre.

 

A veces pretendemos modelar a otros como lo podemos hacer con una masa de plastilina, lo que no es posible porque ellos tienen sus propias mentes y personalidades a diferencia de la sustancia plástica colorida y blanda en nuestras manos que no tiene esos atributos.

 

Recordemos que la porción de  felicidad que podamos atesorar está fundamentada en nuestras relaciones armoniosas y en la apropiación de nuestros destinos, en la provisión de  asistencia, cuidados y presentes a otros, en agradecer y entender que cada quien tiene sus dones y sus taras a pesar de sí mismo: estas acciones nos vinculan afectivamente.

 

Cada uno es lo que es y no puede ser otro porque se lo exijamos o porque lo configuremos como “un ser especial” o como nuestro rescatador y sustentador. Lo de seres especiales es una fantasía de las mentes y siempre hay que tirarlo al río de lo imposible.

 

Los humanos perfectos no existen ni en los novelones de masas de televisión.

 

Recordemos que no tenemos la autoridad para ordenar a otros que nos den felicidad y recordemos que cuando asignamos a otros la tarea de hacernos felices creamos un conflicto duradero, por el imperativo en nuestras mentes y por la carga que les ponemos.

 

La felicidad es una construcción y siempre está fundamentada en la autonomía de cada uno, en el respeto a sí mismo y a los otros, en la valoración de todas las acciones y realizaciones nuestras y de otros que nos favorecen a todos, en la libertad de cada uno que no puede ser negada ni omitida en nuestras relaciones.

 

Las relaciones que establezcamos con otros basadas en “nuestras necesidades” son relaciones con un proveedor a quien le exigimos unos comportamientos y funciones que debe realizar para satisfacernos, agradarnos, obedecernos, lo que es una distorsión y un desconocimiento de su libertad.

 

Cuando alguien expresa “te necesito”, “debes hacerme feliz”, “te reprocho que no me das felicidad” está haciéndose una imposición a sí y a otros y esto no conduce al bienestar sino al establecimiento de un vínculo de sumisión y obligatoriedad que no es posible.

 

Dios nos dio el libre albedrio que es un don de vida y cada uno puede y debe acogerse a esa condición.

 

Podemos construir lo que llamamos felicidad con los que están y celebrando y homenajeando a los que se han ido: todos en sus almas siguen y seguirán presentes por los siglos de los siglos.

 

Hugo Betancur (Colombia)

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[La palabra ilusión viene del latín illusio, -ionis 'engaño'. Cuando no se manifiesta aquello que fantaseamos como realizable, afirmamos con lucidez que nos sentimos desilusionados o desengañados -nos liberamos de la ilusión y sufrimos la frustración concerniente que nosotros mismos hemos causado].

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sábado, 21 de enero de 2023

Celebrar nuestras vivencias

                                ENFOQUE EN EL PRESENTE. Goethehaus. Fotografía por Diana Valderrama.

CELEBRAR

 

Hugo Betancur

 

Cuando enfocamos nuestras mentes en lo pasado con sentimientos de añoranza y nostalgia, simbólicamente estamos haciendo un inventario de pérdidas y nuestro corazón se desanima, se torna melancólico.

 

Cuando memorizamos con gratitud los eventos y relaciones del pasado, damos vida en nuestras mentes a los atributos de bondad y calidez de los seres humanos que nos prodigaron sus actos de amor y acompañamiento y que ya se fueron: nuestro corazón se anima y nos sentimos reconfortados, celebramos su presencia y su ausencia. Lo mismo ocurre cuando enfocamos nuestra memoria en los atributos de bondad y calidez de los vivientes que tratamos. Nuestras celebraciones son un homenaje a las historias y realizaciones de los seres amados que ya no están y de los que están   –y el inventario es de ganancias-. Nuestros rostros muestran una imagen de agrado y optimismo cuando los exaltamos con admiración y empatía.

 

Los rituales de añoranza nos traen pesadumbre que delatamos con una expresión tristona en nuestros rostros.

 

Cuando añoramos circunstancias gratas compartidas con los vivientes, tendemos a darles más valor y trascendencia en el pasado y a subestimarlos en el presente (tal vez reprochándoles o reclamándoles “ya no haces lo que hacías antes que me daba tantas satisfacciones”) -lo acertado posiblemente sea elogiarlos y alegrarnos por sus acciones, pues las circunstancias vivenciadas tuvieron sus frutos y sus posibilidades de realización distintas a las actuales.

 

Hugo Betancur (Colombia)

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[La palabra "celebración" viene del latín celebrationem (del nominativo celebratio), y este del participio pasado de celebrare, de celeber ("populoso"), y significa "acción y efecto de organizar o participar en un acto solemne o una fiesta"].

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lunes, 9 de enero de 2023

Transiciones y cambios


TRANSICIONES INCONTENIBLES

Hugo Betancur

 

Todos los procesos de la vida son transiciones*: la representación de nuestros personajes con nuestros sentimientos, emociones y creencias; lo que percibimos como exterior o lo que percibimos como propio; lo que consideramos nuestro y lo que consideramos ajeno.

Todo va pasando, aunque nos resistamos a aceptarlo, aunque no nos demos cuenta de su ocurrencia o de sus evidencias como existente.

Podemos, mientras deshacemos nuestras jornadas, enfocar nuestras mentes y acoger bajo una concepción afectuosa del mundo lo que suscita alegría, paz y optimismo: asumimos actitudes de fascinación ante los fenómenos y prodigios que captan nuestros sentidos; nos regocijamos  con la presencia y manifestaciones de quienes nos  aman mientras dispensamos nuestros cuidados y presentes a quienes amamos; nos disponemos al entendimiento sobre la complejidad y pesadez que otros sobrellevan subsistiendo  –y muchas veces también admiramos y reverenciamos a quienes nos dan ejemplos de superación y fortaleza cuando las vicisitudes los abruman.

O podemos, asumiendo nuestras historias como una sucesión de padecimientos, declararnos sufrientes impotentes, aprisionados por las circunstancias y aporreados por eventos y acciones de otros a quienes acusamos de ser causantes de la infelicidad que pregonamos. Al elegir este drama o tragedia representaremos papeles recurrentes y patéticos de figuras tristes y pasmadas. 

Es posible que alcancemos un estado psicológico de calma y de benevolencia relacionándonos con el mundo con mentes de aprendices –quienes conocen por sí mismos y muestran su disposición a cambiar de mentalidad a medida que progresan-, o con mentes de maestros –quienes aprenden para enseñar a otros y al unísono asumen mentes de aprendices para cumplir ese propósito. 

Las transiciones son eventuales, umbrales que atravesamos con nuestro consentimiento a o pesar de nuestro rechazo a las circunstancias de la vida que nos conciernen o nos afectan.

Podemos pasar las transiciones inteligentemente sabiendo que no es posible retroceder –las situaciones ya transcurrieron, los ambientes son ahora muy distintos y nuestras mentes procesan muy lentamente lo que percibimos en ese tiempo ido. También podemos quedarnos aturdidos, sin iniciativa para resolver y avanzar hasta que nuestras mentes entiendan o decidan transigir con los hechos del pasado que solo quedan fragmentados como imágenes borrosas en nuestra memoria.


Hugo Betancur (Colombia)             _______________________________________________________________

 

*[La palabra "transición" viene del latín transitio y significa "lo que sucede en el umbral; acción y efecto de estar entre lo nuevo y lo viejo".

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domingo, 1 de enero de 2023

Nuestros guiones y tramas de vida

 

La protection de Dieu est toujours la.[La protección de Dios siempre está presente]. Fotografía por Diana Valderrrama.

PERSONAJES, GUIONES, TRAMAS DE VIDA 

Hugo Betancur

 

Cada uno de nosotros improvisa su guion para sí y para otros, siempre elaborado o bosquejado tempranamente -antes que nuestras mentes logren vislumbrar una trama posible, coherente, promisoria para todos.

La vida nos sobrepasa siempre trayéndonos situaciones y relaciones que no imaginamos como susceptibles y que ocurren de maneras distintas a las que proyectamos, lo que puede  tornarnos conflictivos y pesimistas.

Los otros personajes que representan junto a nosotros la historia común interpretan sus papeles ajustados a las condiciones de sus mentes y de sus guiones, y también están expuestos a la frustración y a la desilusión.

Habitualmente nuestras previsiones son insuficientes porque nuestra visión del mundo es parecida a la de la mente de mono -inmadura, saltona, dispersa, instintiva, con una información fragmentaria y desordenada.

La paz y la calma que alcanzamos tal vez sea la medida más confiable de nuestros aciertos y de las relaciones sanas que establecemos.

Podemos entrenar nuestras mentes al ejercicio regular de la meditación que nos permite reflexionar sobre el sentido de la vida y descubrir respuestas que nos den sosiego.

O podemos conformar nuestras mentes como pesquisadores de crónicas husmeando en los hechos del pasado y recomponiendo las historias según nuestros hallazgos y conclusiones.

También podemos programar nuestras mentes para que funcionen como las de los políticos, los pastores religiosos, los militares, los poderosos que dominan multitudes, vociferando que las verdades de la vida solo pueden promulgarlas quienes escalan jerarquías y determinan el destino de otros con sus dogmas y sus mandatos sobre lo que es lícito para esta vida y para el más allá.

Podemos además adherir a las creencias de las mentes disgregadas en el convencimiento de que la vida es trágica y penosa y declararnos sufrientes y dolientes temporales o perpetuos.

Si nos transfiguramos personificando esos papeles de sufrientes y dolientes, vamos a ir por el mundo recogiendo situaciones y relatos tristes y amargos que reciclaremos como nuestros recuerdos más preciados. Nos moveremos entonces en escenarios de desasosiego, mostrando en nuestros rostros una insatisfacción persistente y quejumbrosa y nuestra hostilidad contra aquellos a quienes endilgamos culpas y errores, a quienes señalamos como causantes de nuestra infelicidad.

Velamos a los que parten hacia la dimensión de las almas, recitamos o entonamos los rezos y participamos en ceremonias familiares y de amigos donde evocamos con aflicción y llanto en los ojos sus existencias. Nos corresponde honrar y celebrar su tránsito por el planeta y elaborar nuestros lutos según nuestras creencias y nuestros duelos según nuestra psiquis -de allí surgen nuestros sentimientos y nuestras emociones-, y nos corresponde cerrar dócilmente esos procesos y restablecer nuestra conciliación como vivientes que también estamos de paso.

 

Hugo Betancur (Colombia)

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