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domingo, 26 de marzo de 2023

Más comprensión y menos medicación.

                                                                                                             Fotografìa por Diana Valderrama.   


MAS ACEPTACIÓN Y CONCILIACIÓN,      

MENOS MEDICACIÓN.

Hugo Betancur

 

El pasado es  la  parte de la historia que ya ha sido cumplida –la historia de cada uno de los presentes y los ausentes, la historia humana, la historia de la naturaleza.

 

El pasado es inmodificable: hace parte de un entramado que fue revelándose paulatinamente como las imágenes de los antiguos negativos de fotografía, que adquirió forma, atributos, funcionalidad.

 

Captamos con nuestros sentidos los hechos y los interpretamos con nuestra mentalidad del momento, dejándolos estáticos y disecados, o asumiéndolos como transiciones y circunstancias dinámicas y temporales.

 

Todo lo que aceptamos lo incorporamos a nuestra biografía acoplándonos a su ritmo y a su movimiento. Lo que nos resistimos a aceptar nos pone en posición de adversarios respecto a los actos de otros o a las situaciones que ocurren; sin embargo, lo sucedido es inalterable -como en una vieja fotografía en papel, las imágenes quedan fijadas en nuestras mentes, y lo mismo que los retratos revelados de la cámara, se van volviendo borrosas y deslucidas con el paso del tiempo.

 

Nuestra aceptación de las situaciones es lo que les confiere una trascendencia pasable: transigimos con los eventos, con las relaciones rotas, con la ausencia de los seres vivos queridos o amados que dejan de estar junto a nosotros, con la pérdida o deterioro de las cosas que valorábamos o que nos eran útiles.

 

Cuando transigimos con lo que llamamos realidad nos liberamos de la tiranía de la culpa, de la victimización, de los duros juicios que elaboramos, del resentimiento con que reaccionamos, de la frustración porque la vida y los vivientes no obedecieron nuestros deseos, nuestros sueños, nuestros ideales.

 

Las películas de nuestras existencias simplemente suceden según las circunstancias de cada uno: nuestros escenarios están dispuestos para nosotros y para nuestros relacionados y las escenas a representar corresponden a los libretos que nos conciernen a todos que a mi parecer son elaborados por las almas de los debutantes -siempre primerizos, desprevenidos, enganchados, desconocedores de la evolución de la trama que nos convoca.

 

Cuando permitimos que todo suceda como es posible, nuestras mentes sobrepasan la conmoción y emprenden el proceso de entendimiento y conciliación con los episodios de nuestras historias.

 

A mayor transigencia y adaptación, alcanzamos más paz, mansedumbre, libertad. La meditación con el propósito de definir nuestros conflictos y de sobrepasar nuestra incertidumbre nos lleva al umbral de la resolución. La comprensión que alcancemos nos trae sosiego. Cuando establecemos estados de pugna con los eventos en que actuamos, con nuestras reacciones añadidas de confusión y de tristeza persistente, quedamos atrapados en los diagnósticos médicos y psiquiátricos y en el consumo de fármacos que solo vencemos cuando nuestras mentes fluyen con esa realidad exterior: al asumir la conciliación logramos prescindir de la medicación -o al menos la disminuimos en una forma significativa.

 

Por la naturaleza de la vida, nuestras relaciones con otros seres y con las cosas tienen sus periodos de duración y su impermanencia inherente.

 

[Los fármacos utilizados para tratar las llamadas enfermedades mentales tienen acción sobre el cerebro, el comando nervioso del cuerpo, y no sobre los procesos psicológicos -aunque nos alivian parcialmente mientras logramos atravesar las crisis que afrontamos].

 

Las mentes que elaboran los conflictos son las mismas mentes que deben elaborar las soluciones.

 

Hugo Betancur (Colombia).

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domingo, 12 de marzo de 2023

Los cambios o las dilaciones que elegimos

                                                                                                                      Fotografía por Elízabeth Betancur

CAMBIAR O NO CAMBIAR,

ESE ES EL DILEMA.

Hugo Betancur

 

No podemos cambiar el curso del viento sin poner una sólida barrera que lo contenga y lo desvíe hacia donde queremos. No podemos evitar que la lluvia caiga, a su modo, con su ruido y su ritmo -solo podemos guarecernos o permitir que nos empape. No podemos apagar el sol, candente o tibio sobre nuestra piel. No podemos impedir, que la noche vaya sombreando las cosas hasta cubrirlas con su manto oscuro que solo la luz que ilumine puede descorrer. No podemos retornar al tiempo ido ni a los sucesos pasados que ya son solo retazos de historia, para intentar rehacerlos. No podemos deshacer nuestras actuaciones como virtuosos o decadentes personajes recitando nuestros monólogos y personificando nuestros dramas y tragedias -una vez terminada la función los actores se retiran y empieza a correr después un espectáculo distinto donde quizá tengamos un papel protagónico o secundario loable según la trama preparada.

Los cambios que podamos hacer solo son posibles para nosotros en el presente, si tenemos la opción de reparar o corregir nuestros errores en las acciones y relaciones, o si podemos cambiar el enfoque de nuestras mentes hacia la percepción correcta -el discernimiento de que todas las circunstancias tienen sus causas previas inmodificables y sus consecuencias posteriores que algunas veces no nos es posible enmendar para nuestro bienestar o el de otros. El futuro está siempre lejos, siempre inalcanzable, y los vivientes disponemos solo del presente para nuestras acciones y realizaciones.

Vuelan los pájaros sobre la vegetación y se van. A veces vuelven y pintorrean el aire con sus plumas que dan visos a la luz. Se posan en las ramas y cantan, silban, gorjean, trinan. No se quedan porque son aves de paso.

Surgen las flores de los tallos y sobre los cálices se explayan los pétalos con sus tonalidades de colores exuberantes que se marchitarán en unos días. Caen las hojas de los árboles y el viento cruza libremente entre sus ramas desnudas

Calienta el verano que luego será reemplazado por el invierno gris y frío en los países de dos estaciones.

Puede suceder que parejas optimistas y joviales dejen de serlo y se tornen disonantes y conflictivas, como adversarios que confrontan sus fuerzas; o puede suceder que seres humanos distintos emprendan relaciones de cordialidad y servicio mutuo que logren vencer  los imperativos de sus egos.

Cambian nuestros cuerpos cuando envejecemos menguando su vigor y quizá nuestras mentes puedan cambiar también mejorando su entendimiento de lo que llamamos realidad y desligándose de las culpas y de las condenas por lo que fue.

El horizonte aparece por días amarillento y rojizo al atardecer, acogedor a nuestra vista, y otros días aparece plomizo y desolador

Lo de nosotros es pasar, cambiando según nuestras experiencias y aprendizajes y celebrando la vida si es nuestra ventura, o rehusando cambiar con nuestras mentes fijas en un fracaso imaginado o en un sufrimiento reverenciado si es nuestro infortunio.

Fluir y resolver son acciones apremiantes cuando las circunstancias nos doblegan, si las hacemos prontamente nos deshacemos de su lastre y nos desenganchamos de los conflictos.

 

Hugo Betancur (Colombia)

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“To be or not to be” (Ser o no ser...() es la primera línea de un soliloquio de la obra de William Shakespeare, Hamlet, en el acto tercero, escena primera. Esta frase la ejemplificamos como una manifestación momentánea de incertidumbre y confusión mental que alguien puede padecer.

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