Vistas de página en total

jueves, 8 de marzo de 2012

Cambios o Rutinas, podemos progresar o quedarnos estancados.



CAMBIAR O NO CAMBIAR, ¡HE AHÍ EL DILEMA!

Por Hugo Betancur M.D.

Solo la vida trae las respuestas que nos corresponden a cada momento, mostrándonos los contrastes de la ambigüedad: una felicidad o satisfacción sostenida, o su complemento, una infelicidad, una fatiga y una insatisfacción persistente y punzante que nos dice: "Cambia de escenario, de relaciones y de hábitos porque no estás en paz y porque tu alegría es solo situacional -ligada a las distracciones en que te empeñas para fungir una felicidad de caricatura que no debes haber alcanzado aún porque te muestras blandengue y pesarosamente vulnerable".

En su trayectoria, en muchas ocasiones, cada uno de nosotros es abandonado o debe abandonar porque nuestros nexos son rotos por las rutinas o por las expectativas desmesuradas que trazamos a otros o que nos trazan -lo que a la larga se convierte más en un yugo y en una escabrosa posesión imposible que en una fluida y amorosa relación de acompañamiento y mutualismo, compensadora, motivadora y sincera a la vez-, por lo que los ciclos de muchas relaciones deben ser cerrados.

Si nuestras vidas se convierten en una monotonía de horarios y acciones obligadas de supervivencia, entonces hemos asumido comportamientos de esclavos o de enajenados fans (seguidores).

Cada uno de nosotros dispone de una sola vida, la suya propia. En ella descubre un camino por recorrer con muchas bifurcaciones inevitables donde el requisito para poder seguir avanzando es alguna elección que excluye.

Para saber si cumplimos la jornada, debemos darnos cuenta de que el paisaje cambia. Aunque muchos viajeros conocidos sigan acompañándonos, aparecen otros distintos y vemos que algunos rasgos de lo que es la representación de nuestra vida muestran también visos de cambios que nos hemos propuesto.

Lo demás es solo la ilusión reverberante de la vida: la percepción nos muestra el mundo que hemos inventado y nuestras mentes lo interpretan según las limitaciones y la sensibilidad de que dispongamos en todo efimero instante. Y según el protagonista que los esté viviendo: el ego con sus dramas sutiles de manipulación, teatralidad y apego que pretende subyugar, o el ser con su serena generosidad, tolerancia y desapego que permite la libertad como una condición esencial.

Cuando no entendemos algo con un efoque antiguo que se repite y se repite sin nuevos aportes, esto nos indica que estamos estancados y que es adecuado e inteligente modificar nuestras mentes dándoles un conocimiento diferente. Podemos resolver estos interrogantes: ¿Nos es posible cambiar?, ¿Es necesario hacerlo?, ¿Es útil?

Tal vez esos logros que pretendemos alcanzar en la vida no sean cuestión de cantidad -lo acumulable, lo que podemos mostrar como inventario jactancioso o competitivo-, sino aquello que nos representa alguna calidad de comprensión o entendimiento sobre las relaciones y fenómenos que tenemos ante nosotros a cada momento.

Para describir los cambios mientras recorremos senderos que nos comunican con otros lugares y entornos de seres vivos, aludo al símil de ascender una montaña que posiblemente tenga como imagen la montaña de la vida y donde quizás el escalador sea cada uno de nosotros tratando de alcanzar un sitio que le permita una panorámica más amplia sobre la perspectiva que se extiende ante sus ojos, si es que tiene interés en otear y si es que ha decidido no ser un viajero ensimismado y distraído más. Y tal vez no sea una prioridad estar más altos que otros sino alcanzar una visión que nos muestre la vida como algo grato, o que si parece cruda y dolorosa, al menos podamos comprender o aceptar su inevitable engranaje en movimiento.

No sé si pueda haber una definición sobre el viaje que cada uno de nosotros recorre. A muchos, a veces, nos asalta alguna idea de satisfacción por algún aprendizaje obtenido o por alguna relación que conserva su respetuosa y cálida interacción a medida que la cuenta de los años avanza.

Posiblemente el viajero más sabio sea aquel que no desiste de su jornada aunque los acontecimientos y las relaciones lo sacudan entre lo que parece una cruda tragedia y lo que parece una feliz aventura -y las dos son sólo polaridades de esta dimensión con su efímera trascendencia.

No hay comentarios: