Petra, Jordania. Fotografía por Diana Valderrama.
ATRAVESANDO
Hugo Betancur
Afrontamos nuestras existencias desde el vientre
materno expuestos a la incertidumbre, a los riesgos, a los accidentes. Nuestros
padres y allegados nos cuidan y procuran darnos bienestar y protección, lo que
muchas veces perturbamos por nuestras acciones impetuosas y nuestras tendencias
a experimentar.
Somos afectados por las enfermedades que vencemos
habitualmente; sin embargo, a veces nos avasallan y se quedan en nuestros
cuerpos como huéspedes ingratos y dañinos -en ocasiones, esas enfermedades
cierran abruptamente la historia de nuestros pasajeros destinos.
Como aves en vuelo, pincelamos el aire con los
colores de nuestras plumas, tan levemente como la brisa pasa acariciando las
plantas y los seres vivos para después disgregarse sin dejar ninguna
huella.
Los vivos nos siguen recordando, rescatándonos del
olvido con los retratos y relatos que hacen sobre nosotros, que después de
partir seguimos vivos en la morada de las almas proyectando encarnar nuevos
personajes y biografías en nuestros propósitos de evolución.
Nuestro planeta es el escenario abigarrado, con
decorados y telones de fondo removibles y actores ambulantes que representamos
nuestros roles en relaciones transcurrentes, imprevisibles, provisionales,
donde “lo que es” va cambiando y mudando su fijeza y significado -también “lo
que es” varía según la percepción e interpretaciones que cada uno hace a su
manera.
Solo somos dueños de aquello que no puede sernos
arrebatado. La impermanencia rige nuestros destinos humanos y nuestras
relaciones. Nuestras historias se parecen a las sagas del cine, con sus
temporadas conmocionantes y sus personajes notables que van quedando
desperdigados en el tiempo a medida que van representando sus papeles y los
guionistas y productores agotan sus espectáculos.
Tenemos muchas elecciones posibles para poder
acoplarnos a los acontecimientos y lograr transigir con sus efectos
devastadores. Esas elecciones son acciones descritas con los verbos aceptar,
aprender, conciliar, cambiar, liberar, absolver, dejar-ir -cuando las
realizamos, avanzamos hacia un espacio mental de optimismo, comprensión,
apaciguamiento,
Y tenemos también la elección de quedarnos
estancados en el tiempo psicológico de nuestros duelos, con nuestras crisis
afectivas y nuestras percepciones de víctimas, avivando los sufrimientos, las
culpas y los lamentos que elaboramos. Bajo esa condición de aflicción y
desvalimiento, tal vez decidamos erigir algún altar descollante donde rindamos
culto a la inclemencia de la vida y a nuestros pesares.
Sin embargo, lo de la vida es pasar, ajena a las
tragedias, a la desventura de los bondadosos y a la crueldad de los ególatras,
indiferente a nuestros lutos y nuestros aparentes fracasos y frustraciones,
manifestando sus periodos de decadencia y esplendor, y burlando la vanidad de
los poderosos y sus presunciones de grandeza -y dándonos espacio y opciones
para que cada uno de nosotros cumplamos inexorablemente la trama de nuestros
destinos.
Hugo Betancur (Colombia)
Otras ideas de vida en:
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