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domingo, 30 de agosto de 2020

Lo perfecto


LO  PERFECTO

 

Hugo Betancur

 

¿Quién o qué puede representar una apariencia de perfección que colme nuestras expectativas o exigencias?

 

La idea obsesiva de encontrar la perfección en alguien o algo es un objetivo de nuestras mentes: definimos qué requisitos deberá cumplir y presumimos que deberá ajustarse al molde que imaginamos.

 

Como personajes, tenemos visiones y creencias diferentes del mundo y posiblemente nuestros conceptos sobre esa perfección que aspiramos a vislumbrar sean también distintos. Fantaseamos que esa perfección sea aplicable a las formas humanas, a los comportamientos y rasgos de carácter, a las posesiones materiales, a la naturaleza, a las relaciones posibles con su opción o promesa de traernos satisfacción, o bienestar, o tal vez la consumación de nuestros sueños de amor y felicidad.

 

La vida deberá ofrecernos ese ser o esa venturosa ofrenda que sacie nuestras ilusas búsquedas de lo perfecto.

 

Sin embargo, los filósofos aseguran que no encontramos nuestros patrones de perfección ni en los cuerpos, ni en las relaciones, ni en las situaciones, porque habitualmente no están presentes en nuestro plano de realidad inmediato.

 

Las relaciones afectivas emprendidas con la finalidad de obtener algo son del ámbito del ego, son desiguales, utilitaristas, inestables.

 

La belleza de los seres vivos, que caprichosamente equiparamos con perfección, tiene un esplendor transitorio y mengua despiadadamente con el paso de los años.

 

Otras manifestaciones que calificamos como perfectas, abundantes invenciones humanas, perduran con esa categoría por sus cualidades funcionales, igual que las obras de arte con sus singulares composiciones  y relieves bruñidos. También la naturaleza, con su derroche de frutos, colores, olores y sonidos, y sus atributos de exuberancia, suscita en nuestras mentes una impresión de perfección renovada y cautivante.

 

Nuestras personalidades, con nuestros egos discretos o atosigantes, con nuestras creencias insuficientes, nos restringen a  un trato amable, considerado y alentador con los demás, que podría ser lo más próximo a la perfección que logremos expresar en nuestras relaciones y en nuestras acciones.

 

En justicia, en su magnificencia y su complejidad, todas las creaciones vivas del universo representan por sí mismas la máxima perfección en sus estructuras y sus formas, reproduciéndose, expandiéndose, creciendo y languideciendo hacia su ocaso.

 

Hugo Betancur (Colombia)

 

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