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lunes, 23 de junio de 2025

Nacer, vivir, morir: transiciones.

 


LOS SERES VIVOS QUE MUEREN


Hugo Betancur

 

La muerte física es una transición -el organismo vivo cambia de un estado de manifestación reactivo e interactivo a un estado distinto de inercia e inacción. Cuando ocurre la muerte, la estructura material se desorganiza y pierde su autonomía.

La muerte física significa la disgregación del hálito vital o alma de su vehículo o instrumento biológico de expresión y relación con el entorno y consigo mismo -el alma anima la forma física sólo hasta el momento de la muerte de los organismos (las células y los tejidos que conformaban un conjunto funcional languidecen y se desintegran): lo que fue un ser humano o animal, con sus rasgos de personalidad y sus comportamientos, o lo que fue una fértil planta, se descomponen hasta secarse.

La existencia de cada ser humano es temporal, riesgosa y vulnerable ante los eventos y relaciones en que deba participar.

El poeta colombiano Jorge Artel nos decía “no es la muerte, es el morir lo que nos causa angustia y sufrimiento, es el proceso de contemplar como perdemos la vida sin que podamos hacer nada para evitarlo y sin aceptar la forma como sucede”.

A mi parecer, cada uno de nosotros muere según corresponda a su destino: estamos expuestos a las consecuencias de nuestros actos y de los de otros y experimentamos nuestras vivencias y relaciones limitados por la dualidad posible e imposible que se nos presenta en cada circunstancia -como en las partidas de ajedrez, las jugadas sucesivas tienen unas previsiones y pautas establecidas que restringen o habilitan los movimientos que cada participante puede hacer.

Estamos sometidos a los riesgos y beneficios de las elecciones que asumimos. Según mi entendimiento, nuestras existencias lo mismo que las de la vida general están regidas por la incertidumbre, por la impermanencia (los cambios inevitables) y por la transitoriedad.

La muerte* de nuestros relacionados nos aparta de ellos por lo que consideramos que los hemos perdido o que nos han sido arrebatados.

La psiquiatra suiza Elisabeth Kübler-Ross (1926 –2004) identificó cinco etapas psicológicas que podemos atravesar para hacer un duelo sano por la muerte de los seres queridos:

1) Negación y aislamiento: es más o menos una resistencia forzante a aceptar los sucesos –“no acepto esto”, “es injusto que me pase esto” (En los días próximos al acontecimiento, todas las explicaciones que otros puedan dar son insuficientes y poco convincentes).

2) Ira: a la negación le sigue el enojo y el resentimiento, afloran en la mente los “¿por qué?”: - “¿Por qué la vida me arrebató a esta persona tan especial para mí?, ¿por qué tiene que pasarme a mí? (La percepción de victimización surge y no es posible soltarla).

3) Negociación o conciliación. La dificultad de afrontar la realidad está fundamentada en la carga de crisis que trae la situación. El conflicto debe ser resuelto liberando todas las culpas y los juicios de valor que cada uno hace según sus creencias.

4) Depresión. Los sobrevivientes entienden que son infructuosas la negación, las culpas, los lamentos, las protestas, las evasiones -no traen bienestar y paz. Aparece la tristeza como un sentimiento abrumador y penoso que debe ser vivenciado y que debe arder -es algo parecido a esperar y observar como la leña de una fogata se consume cumpliendo la función de calentar o preparar algo sobre las brasas en un recipiente.

El sufrimiento experimentado y la impotencia son el umbral de la última fase o etapa de transición:

5) Aceptación: Nos damos cuenta que no es posible deshacer los eventos y nos disponemos a hacer las paces con la vida tal como se manifiesta. Nuestros apoyos fundamentales son la esperanza, la comprensión, la disipación de las culpas y los juicios.

El viajero cansado reconoce los obstáculos y las penurias del sendero recorrido y se acoge a las tareas del presente.

Quizá sea útil vislumbrar la muerte de los otros con la misma visión de celebración y satisfacción con que contemplamos a los niños que nacen: unos cumplieron ya la compleja construcción de sus historias y deben cerrar sus ciclos de existencia y los otros apenas empiezan a explorar y tantear el mundo tropezando, cayendo, flaqueando, acoplándose a los obstáculos y entrenamientos que les permitan crecer y ubicarse en el nicho disponible para ellos.

Las certezas y los imprevistos nos acosan a medida que avanzamos en nuestros senderos.

 

Hugo Betancur (Colombia)

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*Son muchos los ejecutores de la muerte: las enfermedades crónicas que van menguando la vitalidad y que obligan a quien las padece a revisar lenta y pormenorizadamente su pasado; las enfermedades graves que llegan y cortan el hilo de la vida súbitamente, sin dar tiempo a reflexiones ni a cuidados que preserven la salud; el desgaste progresivo del cuerpo que agota la funcionalidad y la supervivencia; los desastres de la naturaleza que dañan las estructuras físicas; los fenómenos de violencia humana -el suicidio, los homicidios realizados por nuestros semejantes por motivaciones de ira, odio, fanatismo, venganza, discriminación, despojo de pertenencias, celos, defensa, guerras anunciadas como justas por sus promotores e instigadores (los que deben proteger sus vidas, sus propiedades y sus sistemas políticos de los ataques de otros; y los demás, los depredadores en el poder y los militares o los grupos que imponen sus intereses y razones con sus armas y acciones, todos convencidos vanamente de que la violencia que ejercen no se volverá contra ellos como un boomerang lanzado).

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domingo, 22 de junio de 2025

Enfermedades mentales


Los “enfermos mentales*"

que no logran sanarse

 

Hugo Betancur



Los médicos encontramos con frecuencia personas aquejadas por lo que llamamos enfermedades mentales (según las clasificaciones para diagnóstico establecidas para la profesión), que son trastornos en sus comportamientos, y que atribuimos a disfunciones biológicas -representadas en el cuerpo o en algún área cerebral-, o a disfunciones psicológicas –representadas en manifestaciones de su personalidad que no asociamos con anormalidades orgánicas evidenciables.  

 

Cuando avanzamos en la interacción de médico y paciente respecto a quienes muestran comportamientos psicológicos perturbadores, algunos vislumbramos eventos en sus historias particulares y sus relaciones que les causaron impresiones devastadoras que no han logrado trascender. Están fijados en el conflicto creado en sus mentes y las situaciones representativas siguen latentes allí. Estos seres humanos nos parecen impotentes en esos momentos para cambiar sus interpretaciones sobre el pasado, que para ellos fueron infortunadas y traumáticas. Persiste en sus mentes la imagen subjetiva de víctimas por las acciones u omisiones de otros que los afectaron.

 

A los pacientes que tratamos por esos trastornos, les prescribimos las equívocamente llamadas drogas psiquiátricas –fármacos con mecanismos de acción sobre el sistema nervioso central o cerebro neuronal. Estas sustancias químicas solo les controlan o inhiben parcial y transitoriamente las áreas del cerebro que les sirven de puente para expresar sus desajustes con sus comportamientos y acciones.

 

Un sector progresista de nuestra medicina alopática reconoce ahora que la mayoría de los trastornos de comportamiento son consecuencia de la interacción de factores biológicos, ambientales y socio-familiares, que las drogas no resuelven adecuadamente.

 

Los fármacos utilizados para tratar trastornos de comportamiento no pueden modificar las mentes de los pacientes ni cambiar la información negativa o conflictiva que ellos asumieron y mantienen. Esos medicamentos solo atenúan su reactividad, su impulsividad y su agresividad o su apatía, produciéndoles sensaciones pasajeras de alivio, por lo que deben tomarlos regularmente. Son drogas que alteran bioquímicamente el cerebro, con efectos secundarios de deterioro acumulativo en las funciones y los tejidos.

 

Otras terapias y terapeutas deben participar también en la asistencia a los pacientes diagnosticados como enfermos con trastornos psicológicos -sin alteraciones orgánicas evidenciables-. Posiblemente el enfoque y evaluación deba remontarse al entorno psicosocial y familiar y a las características propias de la personalidad de los pacientes. Estos podrán lograr progresos significativos de bienestar cuando comprendan la información adversa y reiterada que precipita sus estados de hostilidad o aplanamiento anímico. Una vez reconocida la causa pueden realizar acciones para liberar las cargas de sus mentes.

 

El cerebro es la base de datos neuronal, pero cada operador es quien debe dirigir sus procesos mentales no neuronales –su psiquis- y es quien debe afrontar sus interacciones en su acto de vivir.

 

Las afecciones que definimos como psicológicas o psiquiátricas tienen demasiados nexos causales con los sistemas de creencias o cultura, con las relaciones y con los hábitos de vida de quienes las representan. Cuando no existe la disposición ni la conciencia suficiente para cambiarlos, estos trastornos progresan hacia estados patológicos con síntomas orgánicos que perturban los ritmos del cuerpo. Los remedios materiales que provienen de afuera son insuficientes para resolverlos. El enfermo debe volver hacia sí mismo, hacia la complejidad de sus vivencias y relaciones cumplidas, para des-cubrir cómo conformó su desequilibrio. Si no lo hace, permanecerá en la oscuridad y no podrá ver con claridad cuál es su responsabilidad en la enfermedad. El mejor ciego es el que asume que no puede ver y el tullido más ejemplar es aquel que no está interesado en caminar.

 

Además, vemos a pacientes que utilizan su enfermedad diagnosticada o su desvalidez para manejar eventos y relaciones desde su condición dolorosa o desde su limitación funcional, lo que muchas personas han definido como "la ganancia secundaria". ¿Qué intención de liberarse de la enfermedad podría tener quien la utiliza como un modo de vida? ¿Qué cambio podría lograr quien no ha decidido cambiar o quien está conforme con lo que vive?

 

Y aquí es donde la medicina oficial, o institucional, o alopática, no tiene campo de acción, y donde los especialistas, con su arsenal terapéutico fragmentario, no logran incentivar una transformación sustancial sobre los seres humanos que tratan. El trabajo que provenga de aquellos -las instituciones y los especialistas- será solo de diagnóstico, de atención médica interdisciplinaria, de prescripción farmacológica y de cuidadores providenciales, sin lograr restablecer la salud de sus pacientes sin los cambios que les corresponde asumir a ellos, y tendrá manifestaciones muy contradictorias y restrictivas -algo así como poder administrarle solo analgésicos a quien experimenta una grave y dolorosa infección.

 

Las enfermedades llamadas mentales psicológicas –sin alteraciones en el organismo- son propiciadas por los sistemas de creencias, las rutinas, las relaciones, y los hábitos de vida de quienes las manifiestan. Estos seres humanos que son afectados por esas circunstancias, muchas veces esperan que otros les den sustancias milagrosas que los sanen mientras persisten en las rutinas que los aprisionan.

 

Reconozco que una masa estadísticamente importante del personal médico adhirió a unos  dogmas que adjudican al cuerpo físico la vulnerabilidad a las "enfermedades mentales" -esta colectividad médica asume que la mente es el cerebro neuronal y que esos procesos de distorsión que los pacientes padecen deben tener algún antecedente bioquímico u orgánico.  Los seguidores de esa corriente presumen que lo que aparece como un desequilibrio catalogable en una lista de diagnósticos con manifestaciones psicológicas de perturbación es una condición física y que debe ser tratado con los llamados psicofármacos.

 

Lo evidente en nuestra práctica clínica es que observamos unas circunstancias explosivas iniciales que viven nuestros pacientes. A partir de esas vivencias, sus síntomas de enfermedad van siendo conformados. Esas perturbaciones arrancan por eventos de crisis o de conflicto con algo o alguien que las personalidades experimentan -pérdidas, rupturas, cambios no previstos o temidos o rechazados.

 

Y esas personalidades se quedan desorientadas, en pugna con aquello que las ha llevado a sentirse heridas o afectadas. Los psicofármacos producen entonces, bioquímicamente,  una tranquilidad artificial durante el día y un sueño limitado durante algunas horas de la noche para que la mente no ocupe las áreas de pensamiento del cerebro que agitan al paciente, o producen un aplanamiento afectivo o una aparente calma al interferir con las funciones del sistema nervioso (según eso, los locos se tornan menos locos  y los deprimidos menos deprimidos cuando están "drogados", aunque las causa y los efectos de la enfermedad no hayan sido resueltos. La pregunta clave sigue siendo ¿qué falta por hacer?

 

Nuestro estado de malestar no cambia si persistimos en las justificaciones y retraimiento con que lo estructuramos.

 

La dualidad de querer sanarse habiendo decidido -o aceptado- seguir enfermos, es lo que impide esos cambios. Y ninguno puede ser sanado contra su voluntad ni con su abierta oposición.

 

Y claro, algunos pacientes tratados como siquiátricos, llegan a un momento de sus vidas en que muestran mejoría significativa y pueden prescindir de las drogas que les administraban y de las que parecían depender. Yendo plenamente a la historia de sus vidas podemos darnos cuenta que las relaciones, eventos, rutinas y sistemas de creencias que producían malestar y graves conflictos en sus personalidades han sido modificados para satisfacción de ellos y que su posición desventajosa u oprimida se ha vuelto equilibrada y positivamente motivadora: desparecida la causa, el efecto deja de producirse y ellos logran ese estado de liberación y autonomía que es puerta franca hacia su salud. Las drogas, el personal médico y las instituciones les sirvieron como soporte adecuado pero insuficiente en esa transición que vivieron y que pudieron superar.

 

 

Hugo Betancur (Colombia)

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Jiddu Krishnamurti: la atención.


Jiddu Krishnamurti, filósofo y pesquisador de los procesos de la mente:

 

CREENCIAS, CULTURA, EGOLATRÍA.

 

Segunda charla pública en Adyar, 30 de diciembre de 1933

 

Como decía ayer, el pensamiento se ve limitado, se atrofia cuando está limitado por creencias. Sin embargo, la mayor parte de nuestro pensamiento es una reacción basada en creencias, en una creencia particular o en un ideal. Por lo tanto, nuestro pensamiento nunca es verdadero, fluido ni creativo. Siempre está reprimido por una creencia, tradición o ideal particular. Uno puede alcanzar la verdad, esa comprensión perdurable, solo cuando el pensamiento está en continuo movimiento, libre de un pasado o un futuro. Esto es tan simple que a menudo no lo percibimos. Un gran científico no tiene ningún objetivo en su investigación; si solo buscara un resultado, dejaría de ser un gran científico. Lo mismo debe suceder con nuestro pensamiento. Pero nuestro pensamiento está limitado, atado, limitado por una creencia, un dogma, un ideal, y por lo tanto no hay pensamiento creativo.

Por favor, apliquen lo que digo a ustedes mismos; entonces podrán comprender fácilmente lo que quiero decir. Si solo lo escuchan como entretenimiento, entonces lo que digo es completamente inútil y solo habrá más confusión.

¿En qué se basa nuestra creencia? ¿En qué se fundamentan la mayoría de nuestros ideales? Si lo piensas, descubrirás que la creencia tiene como motivación la idea de ganancia, recompensa, o que sirve como incentivo, guía, modelo. Dices: «Buscaré la virtud, actuaré de esta o aquella manera para alcanzar la felicidad; descubriré la verdad para superar la confusión y la miseria; serviré para obtener las bendiciones del cielo». Pero esta actitud hacia la acción como medio para futuras adquisiciones paraliza constantemente tu pensamiento.

O bien, la creencia se basa en el resultado del pasado. O bien tienes principios externos impuestos, o has desarrollado ideales internos según los cuales vives. Los principios externos son impuestos por la sociedad, la tradición, la autoridad, todos ellos basados ​​en el miedo. Estos son los principios que usas constantemente como estándar: "¿Qué pensará mi prójimo?" "¿Qué sostiene la opinión pública?", "¿Qué dicen los libros sagrados o los maestros?". O bien desarrollas una ley interna, que no es más que una reacción a lo externo; es decir, desarrollas una creencia interna, un principio interno, basado en el recuerdo de la experiencia, en la reacción, para guiarte en el movimiento de la vida.

Así que la creencia es del pasado o del futuro. Es decir, cuando hay un deseo, el deseo crea el futuro; pero cuando te guías en el presente según una experiencia que has tenido, ese criterio está en el pasado; ya está muerto. Así, desarrollamos resistencia contra el presente, a la que llamamos voluntad. Ahora bien, para mí, la voluntad solo existe donde hay falta de comprensión. ¿Por qué queremos voluntad? Cuando comprendo y vivo en una experiencia, no tengo que combatirla; no tengo que resistirme a ella. Cuando comprendo una experiencia por completo, ya no hay un espíritu de imitación, de ajuste ni el deseo de resistirla. La comprendo completamente y, por lo tanto, me libero de su carga. Tendrás que reflexionar sobre lo que digo; mis palabras no son tan confusas como puedan parecer.

La creencia se basa en la idea de adquisición y en el deseo de obtener resultados mediante la acción. Buscan la ganancia; están moldeados por creencias basadas en la idea de ganancia, en la búsqueda de recompensa, y su acción es el resultado de esa búsqueda. Si estuvieran en el movimiento del pensamiento, sin buscar un fin, una meta, una recompensa, entonces habría resultados, pero no les interesarían. Como he dicho, un científico que busca resultados no es un verdadero científico; y un verdadero científico que busca profundamente no se preocupa por los resultados que obtiene, aunque estos puedan ser útiles para el mundo. Así que preocúpense por el movimiento mismo de la acción, y en eso reside el éxtasis de la verdad. Pero deben ser conscientes de que su pensamiento está atado por la creencia, de que simplemente actúan según ciertas creencias, de que su acción está limitada por la tradición. En esta libertad de consciencia se encuentra la plenitud de la acción.

Supongamos, por ejemplo, que soy profesor en una escuela. Si intento moldear la inteligencia del alumno hacia una acción específica, entonces deja de ser inteligencia. Cómo el alumno emplee su inteligencia es asunto suyo. Si es inteligente, actuará con rectitud, porque no actúa por motivos de lucro, recompensa, seducción o poder.

Para comprender este movimiento del pensamiento, esta plenitud de la acción, que nunca puede ser estática como un estándar, como un ideal, la mente debe estar libre de creencias; pues la acción que busca recompensa no puede comprender su propia plenitud, su propia realización. Sin embargo, la mayoría de tus acciones se basan en creencias. Crees en la guía de un Maestro, crees en un ideal, crees en dogmas religiosos, crees en las tradiciones establecidas de la sociedad. Pero con ese trasfondo de creencias nunca comprenderás, nunca comprenderás la experiencia a la que te enfrentas, porque la creencia te impide vivirla plenamente, con todo tu ser. Solo cuando ya no estés atado por la creencia conocerás la plenitud de la acción. Ahora eres inconsciente de esta carga que pervierte la mente. Toma plena conciencia de esta carga en la acción, y solo esa conciencia liberará la mente de todas las perversiones.

Ahora responderé algunas de las preguntas que me han planteado.

Pregunta: Con la aprobación de las Escrituras y la concurrencia de muchos maestros, la duda se ha considerado a lo largo de los siglos como una traba que debe destruirse antes de que la verdad pueda amanecer en el alma. Usted, por el contrario, parece ver la duda desde una perspectiva muy diferente. Incluso la ha llamado un ungüento precioso. ¿Cuál de estas opiniones contradictorias es la correcta?

Krishnamurti: Dejemos las escrituras de lado; pues cuando empiezas a citarlas para respaldar tus opiniones, ¡ten por seguro que el Diablo también puede encontrar textos en ellas que apoyen la visión totalmente opuesta! En los Upanishads, en los Vedas, estoy seguro de que se puede encontrar justo lo contrario de lo que dices que enseñan las escrituras: estoy seguro de que se pueden encontrar textos que dicen que uno debe dudar. Así que no nos citemos las escrituras; eso es como lanzarnos ladrillos a la cabeza.

Como he dicho, sus acciones se basan en creencias, ideales, que han heredado o adquirido. Carecen de realidad. Ninguna creencia es una realidad viviente. Para el hombre vivo, las creencias son innecesarias.

Ahora bien, como la mente está paralizada por tantas creencias, principios, tradiciones, falsos valores e ilusiones, deben empezar a cuestionarlos, a dudar de ellos. No son niños. No pueden aceptar todo lo que se les ofrece o se les impone. Deben empezar a cuestionar el fundamento mismo de la autoridad, pues ese es el comienzo de la verdadera crítica; deben cuestionar para descubrir por sí mismos el verdadero significado de los valores tradicionales. Solo esta duda, nacida de un conflicto intenso, liberará la mente y les brindará el éxtasis de la libertad, un éxtasis liberado de la ilusión.

Así que lo primero es dudar, no albergar tus creencias. Pero a los explotadores les encanta instarte a no dudar, a considerar la duda como una traba. ¿Por qué deberías temer a la duda? Si estás satisfecho con las cosas como son, entonces sigue viviendo como estás. Di que estás satisfecho con tus ceremonias; puede que hayas rechazado lo viejo y aceptado lo nuevo, pero al final ambas son lo mismo. Si estás satisfecho con ellas, lo que digo no te perturbará en tu estancada tranquilidad. Pero no estamos aquí para estar atados, para estar encadenados; estamos aquí para vivir con inteligencia, y si deseas vivir así, lo primero que debes hacer es cuestionar.

Ahora, nuestra supuesta educación destruye despiadadamente la inteligencia creativa. La educación religiosa, que impone con autoridad la idea del miedo en diversas formas, les impide cuestionar, dudar. Puede que hayan abandonado la antigua religión de Mylapore, pero han adoptado una nueva religión con muchos "no" y "sí". La sociedad, mediante la fuerza de la opinión pública, fuerte y vital, también les impide dudar; y dicen que si se oponen a esta opinión pública, los aplastará. Así, por todos lados, la duda es desalentada, destruida, apartada. Sin embargo, solo pueden encontrar la verdad cuando comienzan a cuestionar, a dudar de los valores que los han rodeado, tanto antiguos como modernos, de la sociedad y la religión.

Así que no comparen lo que digo con lo que dicen las Escrituras; así nunca lo entenderemos. La comparación no conduce a la comprensión. Solo cuando tomamos una idea por sí misma y la examinamos a fondo, no de forma comparativa ni relativa, sino con el propósito de descubrir su valor intrínseco, comprenderemos.

Tomemos un ejemplo. Saben que aquí es costumbre casarse muy jóvenes, y se ha vuelto casi sagrado. Ahora bien, ¿no deberían cuestionar esa costumbre? Cuestionan esta costumbre tradicional si de verdad aman a sus hijos. Pero la opinión pública está tan firmemente a favor del matrimonio precoz que no se atreven a oponerse, y por eso nunca indagan honestamente sobre esta superstición.

De nuevo, has descartado ciertas ceremonias y has adoptado otras nuevas. Ahora bien, ¿por qué abandonaste las antiguas? Las abandonaste porque no te satisfacían; y has adoptado nuevas ceremonias porque son más prometedoras, más atractivas, ofrecen mayor esperanza. Nunca has dicho: «Voy a descubrir el valor intrínseco de las ceremonias, ya sean hindúes, cristianas o de cualquier otro credo». Para descubrir su valor intrínseco, debes dejar de lado las esperanzas y los atractivos que ofrecen, y examinar críticamente toda la cuestión. No puede haber esta actitud de aceptación. Aceptas solo cuando deseas obtener algo, cuando buscas consuelo, refugio, seguridad, y en esa búsqueda de seguridad y consuelo, haces de la duda una traba, una ilusión que hay que desterrar y destruir.

Quien quiera vivir con sinceridad y comprender la vida plenamente, debe conocer la duda. No digas: "¿Acabará alguna vez con la duda?". La duda existirá mientras sufras, mientras no hayas descubierto los verdaderos valores. Para comprenderlos, debes empezar a dudar, a ser crítico con las tradiciones, con la autoridad en la que se ha educado tu mente. Pero esto no significa que tu actitud deba ser de oposición sin inteligencia. Para mí, la duda es un ungüento precioso. Cura las heridas del que sufre. Tiene una influencia benigna. La comprensión solo llega cuando dudas, no con el propósito de adquirir o sustituir, sino de comprender. Donde hay deseo de ganancia, ya no hay duda. Donde hay deseo de ganancia, hay aceptación de la autoridad, ya sea la autoridad de uno, de cinco o de un millón. Dicha autoridad fomenta la aceptación y considera la duda una traba. Como buscas continuamente comodidad y seguridad, encuentras explotadores que te aseguran que la duda es una traba, algo que debe ser desterrado.

Pregunta: Usted afirma que no se puede trabajar por el nacionalismo y a la vez por la hermandad. ¿Quiere sugerir que (1) nosotros, que somos una nación sometida y creemos firmemente en la hermandad, deberíamos dejar de esforzarnos por autogobernarnos, o que (2) mientras intentamos liberarnos del yugo extranjero deberíamos dejar de trabajar por la hermandad?

Krishnamurti: No veamos esta cuestión desde la perspectiva de una nación sometida o explotadora. Cuando nos consideramos una nación sometida, estamos creando un explotador. No veamos la cuestión de esta manera por ahora. Para mí, la solución de un problema inmediato no es lo importante, pues si comprendemos plenamente el propósito final por el que trabajamos, entonces, al trabajar por ese propósito, resolveremos el problema inmediato sin mayor dificultad.

Ahora, por favor, sigan lo que voy a decir; puede que les parezca nuevo, pero no lo rechacen por eso. Sé que la mayoría de ustedes son nacionalistas y que, al mismo tiempo, se supone que deben estar a favor de la hermandad. Sé que intentan mantener el espíritu nacionalista y el espíritu de hermandad a la vez. Pero, por favor, dejen de lado esta actitud nacionalista por un momento y consideren la cuestión desde otra perspectiva.

La solución definitiva al problema del empleo y del hambre es la unidad mundial o humana. Dicen que hay millones de personas hambrientas y sufriendo en la India, y que si logran deshacerse de los ingleses, encontrarán maneras de satisfacer a la gente hambrienta. Pero yo les digo: no aborden el problema desde esta perspectiva. No consideren el sufrimiento inmediato de la India, sino la cuestión integral de los millones de personas que pasan hambre en el mundo. Millones de chinos mueren por falta de alimentos. ¿Por qué no piensan en esto? "No, no", dicen, "mi primer deber es estar en casa". Eso también dicen los chinos: "Mi primer deber es estar en casa". Es lo que proclaman los ingleses, los alemanes, los italianos; es lo que sostiene todo nacionalista. Pero yo les digo: no miren el problema desde esta perspectiva; no la llamaré ni estrecha ni amplia. Les digo: consideren la causa integral del hambre en el mundo, no por qué un pueblo en particular no tiene suficiente comida.

¿Qué causa el hambre? La falta de una planificación organizada para toda la humanidad. ¿No es así? Hay suficiente comida. Existen métodos excelentes para la distribución de alimentos y ropa, y para el empleo humano. Hay suficiente de todo. Entonces, ¿qué nos impide hacer un uso inteligente de estas cosas? Las distinciones de clase, nacionales, religiosas y sectarias: todo esto impide la cooperación inteligente. En el fondo, cada uno de ustedes busca la ganancia; cada uno se rige por el instinto posesivo. Por eso acumulan despiadadamente, legan sus posesiones a sus familias, y esto se ha convertido en una plaga para el mundo.

Mientras exista este espíritu, ningún sistema inteligente funcionará satisfactoriamente porque no hay suficientes personas inteligentes para usarlo con sabiduría. Cuando se habla de nacionalismo, se quiere decir: «Mi país, mi familia y yo primero». A través del nacionalismo nunca se podrá alcanzar la unidad humana, la unidad mundial. La absurdidad y la crueldad del nacionalismo son indudables, pero los explotadores lo utilizan para sus propios fines.

Quienes hablan de hermandad generalmente son nacionalistas de corazón. ¿Qué significa la hermandad como idea o como realidad? ¿Cómo pueden realmente albergar el sentimiento de amor fraternal en sus corazones cuando tienen ciertas creencias dogmáticas, cuando tienen distinciones religiosas? Y eso es lo que hacen en sus diversas sociedades, en sus diversos grupos. ¿Actúan en consonancia con el espíritu de hermandad cuando existen estas distinciones? ¿Cómo pueden conocer ese espíritu si tienen mentalidad clasista? ¿Cómo puede haber unidad o hermandad cuando solo piensan en su familia, su nacionalidad, su Dios?

Mientras intenten resolver únicamente el problema inmediato, el problema del hambre en la India, se enfrentarán a dificultades insuperables. No existe proceso, sistema ni revolución que pueda cambiar esa situación de inmediato. Deshacerse de los ingleses de inmediato o sustituir una burocracia blanca por una burocracia parda no alimentará a los millones de hambrientos de la India. El hambre existirá mientras exista la explotación. Y ustedes, individualmente, están involucrados en esta explotación, en su ansia de poder, que crea distinciones, en su deseo de seguridad individual, tanto espiritual como física. Digo que mientras exista el espíritu de explotación, siempre habrá hambre.

O bien, lo que podría suceder es lo siguiente: Podrías ser implacablemente impulsado a aceptar otro conjunto de ideas, a adoptar un nuevo orden social, te guste o no. Actualmente, es costumbre —y se reconoce como legítimo— explotar, poseer y aumentar tus posesiones, retener, acumular, acaparar, heredar. Cuanto más tienes, mayor es tu poder de explotación. En reconocimiento a tus posesiones, a tu poder, el gobierno te honra, otorgándote títulos y monopolios; te llaman "Señor", te conviertes en un KCSI, Rao Bahadur. Esto es lo que ocurre en tu existencia material, y en tu supuesta vida espiritual existe exactamente la misma condición. Adquieres honores espirituales, títulos espirituales; accedes a las distinciones espirituales de discípulos, maestros, gurús. Existe la misma lucha por el poder, el mismo afán posesivo, la misma terrible crueldad de explotación a través de los sistemas religiosos y sus explotadores, los sacerdotes. Y esto se considera espiritual, moral. Son esclavos de este sistema actual.

Ahora está surgiendo otro sistema, llamado comunista. Este sistema inevitablemente aparece porque quienes poseen son tan inhumanos, tan despiadados en su explotación, que quienes perciben la crueldad y la fealdad de ello deben encontrar alguna forma de resistencia. Así que están empezando a despertar, a rebelarse, y los arrastrarán a su sistema de pensamiento porque son inhumanos. (Risas)

No, no te rías. No te das cuenta de la terrible crueldad que traen tus mezquinos sistemas de posesión. Un nuevo sistema se avecina, y, te guste o no, serás desposeído; serás empujado como ovejas hacia la no posesión, como ahora eres empujado hacia la posesión. En ese sistema, el honor corresponde a quienes no son posesivos. Serán esclavos de ese nuevo sistema como lo son del viejo. Uno te obliga a poseer, el otro a no poseer. Quizás el nuevo sistema beneficie a las multitudes, a las masas; pero si te ves obligado, individualmente, a aceptarlo, entonces cesa el pensamiento creativo. Por eso digo: actúa voluntariamente, con comprensión. Libérate de la posesividad, así como de su opuesto, la no posesividad.

Pero han perdido todo sentimiento verdadero. Por eso luchan por el nacionalismo, pero no les preocupan sus múltiples implicaciones. Cuando se preocupan por las diferencias de clase, cuando luchan por conservar lo que tienen, en realidad están siendo explotados individual y colectivamente, y esta explotación inevitablemente conducirá a la guerra. ¿No es eso evidente en Europa hoy en día? Todas las naciones continúan acumulando armamento, y aun así hablan de paz y asisten a conferencias de desarme. (Risas)

Están haciendo exactamente lo mismo, pero de otra manera. Hablan de hermandad, pero se aferran a las distinciones de casta; los prejuicios religiosos los dividen; las costumbres sociales se han convertido en barreras crueles. Por sus creencias, ideales y prejuicios, la unidad humana se rompe constantemente. ¿Cómo pueden hablar de hermandad si no la sienten en sus corazones, si sus acciones se oponen a la unidad humana, si buscan constantemente su propia expansión, su propia glorificación? Si no persiguieran sus propios fines egoístas, ¿acaso pretenden pertenecer a organizaciones que les prometen recompensas espirituales y temporales? Eso es lo que hacen sus religiones, sus grupos selectivos, sus gobiernos, y ustedes pertenecen a ellos para su propia expansión, su propia glorificación.

Si se vuelven inteligentes respecto a toda esta cuestión del nacionalismo, si reflexionan seriamente sobre ella y, por lo tanto, actúan con sinceridad al respecto, podrán crear una unidad mundial que será la única solución real al problema inmediato del hambre. Pero les resulta difícil pensar así, porque han sido entrenados durante años para pensar según la filosofía nacionalista. Sus historias, sus revistas, sus periódicos, todos enfatizan el nacionalismo. Sus explotadores políticos los han entrenado para no escuchar a nadie que llame al nacionalismo una enfermedad, a nadie que diga que no es un medio para la unidad mundial. Pero no deben separar los medios del fin; el fin está directamente relacionado con los medios; no es distinto de ellos. El fin es la unidad mundial, un plan organizado para el conjunto, aunque esto no signifique la igualación de la individualidad. Sin embargo, una igualación mecánica y sin vida se producirá si no actúan voluntaria e inteligentemente.

Me pregunto cuántos de ustedes perciben la urgencia, la necesidad de estas cosas. El fin es la unidad humana, de la que tanto hablan; pero solo hablan sin acción voluntaria e inteligente; no sienten, y sus acciones desmienten sus palabras. El fin es la unidad humana, una planificación organizada para la totalidad del ser humano, no el condicionamiento del hombre. El propósito no es obligar al hombre a pensar en una dirección específica, sino ayudarlo a ser inteligente para que viva plena y creativamente. Pero debe haber una planificación organizada para el bienestar del ser humano, y esto solo podrá lograrse cuando el nacionalismo y la distinción de clases, con su explotación, dejen de existir.

Señores, ¿cuántos de ustedes sienten la gran necesidad de tal acción? Conozco bien su actitud. «Millones de personas se mueren de hambre en la India», dicen. «¿No es importante abordar ese problema de inmediato?». Pero ¿qué hacen al respecto? Hablan de hacer algo, pero en realidad discuten y debaten cómo organizar sus planes, qué sistema adoptar y quién será su líder. Eso está en sus corazones. No les preocupan realmente los millones de personas que pasan hambre en todo el mundo. Por eso hablan de nacionalismo. Si abordaran el problema en su conjunto, si realmente sintieran compasión por toda la humanidad, verían la inmensa necesidad de una acción humana integral, que solo puede surgir cuando dejen de hablar en términos de nacionalidades, clases y religiones.

Pregunta: ¿Aún se inclina a negar rotundamente que es el producto genuino de la cultura teosófica? Krishnamurti: ¿A qué se refiere con cultura teosófica? Vea cómo esta pregunta se conecta con la anterior sobre el nacionalismo. Usted pregunta: "¿Acaso nuestra sociedad, nuestra religión, nuestro país no lo han educado?". Y la siguiente pregunta es: "¿Por qué es desagradecido con nosotros?".

La inteligencia no es producto de ninguna sociedad, aunque sé que a las sociedades y grupos les gusta explotarla. Si yo aceptara que soy el "genuino producto de la cultura teosófica", sea lo que sea que eso signifique, dirían: "¡Miren qué hombre tan maravilloso es! Lo hemos creado; así que sígannos a nosotros y a nuestras ideas". (Risas) Sé que lo expreso con crudeza, pero así es como muchos de ustedes piensan. No se rían. Se ríen con demasiada facilidad, se ríen superficialmente, demostrando que no sienten vitalidad. Quiero que consideren por qué me hacen esta pregunta, no si soy o no el resultado de la cultura teosófica.

La cultura es universal. La verdadera cultura es infinita; no pertenece a ninguna sociedad, nación ni religión. Un verdadero artista no es hindú ni cristiano, ni estadounidense ni inglés, pues un artista condicionado por la tradición o el nacionalismo no es un verdadero artista. Así que no discutamos si soy el resultado de la cultura teosófica o no. Consideremos por qué haces esta pregunta. Eso es más importante.

Como te aferras a tus creencias particulares, dices que tu camino es el único, que es mejor que todos los demás. Pero yo digo que no hay camino hacia la verdad. Solo cuando te liberes de esta idea de caminos que no son más que ilusiones temperamentales, comenzarás a pensar con inteligencia y creatividad.

Ahora bien, no estoy atacando a su sociedad. Han tenido la amabilidad de invitarme a hablar aquí, y no abuso de esa amabilidad. Su sociedad es como miles de otras sociedades en todo el mundo, cada una con sus propias creencias, cada una pensando: «La nuestra es la mejor; nuestra creencia es correcta, y otras creencias son erróneas». Antiguamente, las personas cuyas creencias diferían de la ortodoxia aceptada eran quemadas o torturadas. Hoy nos hemos vuelto lo que llamamos tolerantes; es decir, nos hemos intelectualizado. En eso consiste la tolerancia.

Me hacen esta pregunta porque quieren convencerse de que su cultura, su creencia, es la mejor; quieren que otros adopten esa creencia, esa cultura. Hoy Alemania sostiene que será un país exclusivamente nórdico, que habrá una sola cultura. Dicen exactamente lo mismo, pero de otra manera.

Dices: «Nuestras creencias resolverán los problemas del mundo». Y eso es lo que dicen los budistas y los musulmanes; eso es lo que dicen los católicos romanos y otros: «Nuestras creencias son las mejores; nuestra institución es la más preciada». Toda secta y grupo cree en su propia superioridad, y de tales creencias surgen cismas, disputas y guerras religiosas por cosas que no tienen la menor importancia.

Para un hombre que vive plena y completamente, para un hombre verdaderamente culto, las creencias son innecesarias. Es creativo. Es verdaderamente creativo, y esa creatividad no es el resultado de una reacción a una creencia. El hombre verdaderamente culto es inteligente. En él no hay separación entre su pensamiento y su emoción, y por lo tanto, sus acciones son completas y armoniosas. La verdadera cultura no es nacionalista ni pertenece a ningún grupo. Cuando comprendas esto, surgirá el verdadero espíritu de hermandad; ya no pensarás en términos de catolicismo romano o protestantismo, en términos de hinduismo o teosofía. Pero eres tan consciente de tus posesiones y de tu lucha por adquirir más, que creas distinciones, y de ahí surgen el explotador y el explotado.

Sé que algunos de ustedes se han cerrado a lo que digo y a lo que voy a decir. Se nota en sus caras.

Comentario del público: Dudamos de ti, eso es todo.

Krishnamurti: Es perfectamente normal que dudes de mí. Me alegra que dudes. Pero no estás dudando. Si realmente dudaras, ¿cómo podrías preguntarme algo como esto: si soy el resultado de la cultura teosófica o no? El pensamiento no debe ser condicionado ni moldeado, y sin embargo sé que esto está sucediendo; pero ciertamente no puedes aceptar las cosas como son. Solo aceptas cuando estás satisfecho, contento. No aceptas cuando sufres. Cuando sufres, empiezas a cuestionar. Entonces, ¿por qué no deberías dudar? ¿Acaso no te he invitado desde el principio a examinar, a cuestionar todo lo que digo, para que te vuelvas inteligente, afectuoso, humano? ¿Has alcanzado esa comprensión inteligente de la vida? Te pido que cuestiones, que dudes, no solo de lo que digo, sino también de los valores pasados ​​y de aquellos en los que ahora estás atrapado.

La duda trae consigo una comprensión duradera; la duda no es un fin en sí misma. La verdad solo se revela a través de la duda, al cuestionar las múltiples ilusiones, valores tradicionales e ideales. ¿Lo haces? Si sabes que lo haces sinceramente, también comprenderás el significado perdurable de la duda. ¿Se están liberando la mente y el corazón del afán posesivo? Si verdaderamente despiertas a la sabiduría de la duda, el instinto de afán adquisitivo debería ser completamente destruido, pues ese instinto es la causa de mucha miseria. En él no hay amor, sino solo caos, conflicto y tristeza. Si dudas de verdad, percibirás la falsedad del instinto de posesión.

Si eres crítico y cuestionador, ¿por qué te aferras a las ceremonias? No compares una ceremonia con otra para decidir cuál es mejor, sino averigua si realmente valen la pena. Si dices: «Las ceremonias que realizo me satisfacen mucho», no tengo nada más que decir. Tu afirmación simplemente demuestra que no conoces la duda. Solo te preocupa la satisfacción. Las ceremonias separan a las personas, y cada creyente dice: «Las mías son las mejores. Tienen más poder espiritual que otras». Esto es lo que sostienen los miembros de toda religión, de toda secta o sociedad religiosa, y estas distinciones artificiales han provocado disputas durante generaciones. Estas ceremonias y otras barreras irreflexivas han separado a los seres humanos.

¿Puedo decir algo más? Si dudas, es decir, si deseas profundamente descubrir, debes desprenderte de aquello que tanto aprecias. No puede haber verdadera comprensión si conservas lo que tienes. No puedes decir: «Me aferraré a este prejuicio, a esta creencia, a esta ceremonia, y al mismo tiempo examinaré lo que dices». ¿Cómo podrías? Tal actitud no es duda ni crítica inteligente. Demuestra que simplemente buscas un sustituto.

Estoy tratando de ayudarte a comprender verdaderamente la plenitud de la vida. No te estoy pidiendo que me sigas. Si estás satisfecho con tu vida tal como es, entonces continúa. Pero si no lo estás, entonces prueba lo que estoy diciendo. No aceptes, sino comienza a ser inteligentemente crítico. Para vivir completamente debes estar libre de las perversiones, las ilusiones en las que estás atrapado. Para descubrir el significado duradero de la ceremonia, debes examinarla críticamente, objetivamente, y para hacer esto no debes ser seducido por ella, enredado en ella. Seguramente esto es obvio. Examina tanto la realización como la no realización de las ceremonias. Duda, cuestiona, reflexiona sobre esto profundamente. Cuando comienzas a renunciar al pasado, crearás conflicto en ti mismo, y de ese conflicto debe surgir la acción nacida de la comprensión. Ahora tienes miedo de soltar, porque ese acto de renuncia traerá agitación; De ese acto podría surgir la decisión de que las ceremonias son inútiles, lo cual iría en contra de tu familia, tus amigos y tus afirmaciones pasadas. Hay miedo detrás de todo esto, así que solo dudas intelectualmente. Eres como el hombre que se aferra a todas sus posesiones, a sus ideas, a sus creencias, a su familia, y aun así habla de no poseer nada. Sus pensamientos no tienen nada que ver con sus acciones. Su vida es hipócrita.

Por favor, no piensen que les hablo con dureza; no es así. Pero tampoco voy a ser sentimental ni emotivo para incitarlos a la acción. De hecho, no me interesa incitarlos a la acción; ustedes mismos se motivarán a la acción cuando comprendan. Me interesa mostrarles lo que sucede en el mundo. Quiero despertarlos a la crueldad, a la atroz opresión y explotación que los rodea. La religión, la política y la sociedad los explotan, y están siendo condicionados por ellas; se les está forzando a ir en una dirección específica. No son seres humanos; son meros engranajes de una máquina. Sufren pacientemente, sometiéndose a las crueldades del entorno, cuando, individualmente, tienen la posibilidad de cambiarlas.

Señores, es hora de actuar. Pero la acción no puede darse mediante el simple razonamiento y el debate. La acción solo se da cuando sienten intensamente. La verdadera acción solo se da cuando sus pensamientos y sentimientos están armoniosamente unidos. Pero han divorciado sus sentimientos de sus pensamientos, porque, a partir de su armonía, la acción debe crear un conflicto que no están dispuestos a afrontar. Pero yo les digo: libérense de los falsos valores de la sociedad, de las tradiciones; vivan plenamente, individualmente. Con esto no me refiero a individualismo. Cuando hablo de individualidad, me refiero a la comprensión de los verdaderos valores que los liberan de la maquinaria social y religiosa que los está destruyendo. Para ser verdaderamente individuales, la acción debe nacer de la inteligencia creativa, sin miedo, sin dejarse atrapar por la ilusión.

Puedes lograrlo. Puedes vivir plenamente —no solo tú, sino también quienes te rodean— cuando te vuelves creativamente inteligente. Pero ahora buscas ganar, siempre buscando el poder. Te dejas llevar por seducciones, creencias, sustitutos. En esto no hay felicidad, en esto no hay inteligencia creativa, en esto no hay verdad.

 

Hugo Betancur (Colombia)

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