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lunes, 1 de enero de 2024

Propositos, planes, esperanzas

PROPÓSITOS, PLANES, ESPERANZAS

Hugo Betancur


El amor hacia la vida y nuestra reverencia hacia sus manifestaciones son los propósitos esenciales que deberíamos asumir para transitar sanamente nuestras existencias.

Tal vez nuestros propósitos básicos como  seres humanos estén fundamentados en la obtención de beneficios propios y en la complacencia de nuestros requisitos de bienestar y progreso.

Escuchamos frecuentemente estos mantras colectivos de los propósitos particulares: “Mi sueño es triunfar como profesional en…”, “Mi objetivo en la vida es conseguir un trabajo que me brinde seguridad económica y recursos  abundantes”, “Quiero encontrar la pareja de mis sueños”, “Quiero tener casa propia”, “Quiero viajar y conocer el mundo”, “Quiero ser feliz”, “Quiero tener riquezas”, “Quiero ser famoso como…”, “Quiero…”, “Quiero…”, “Quiero…”.

Los propósitos son proyecciones comunes con que revestimos de sentido los tiempos del ahora y con que conjeturamos resultados que nos deberá proveer el porvenir incierto.

La palabra propósito proviene del término  latín “propositum”, formado con el prefijo “pro” -hacia adelante-, y “positum”, el participio del verbo “ponere” -poner”.

En las culturas humanas, los propósitos son alicientes que incentivan nuestro ánimo y nuestra voluntad. Esos propósitos nos sustentan y nos fortalecen para atravesar situaciones difíciles, crisis y retos, y para trascenderlos.

Nuestros propósitos deben estar ajustados a nuestros dones y talentos para que podamos configurarlos acertadamente.

Nuestros propósitos son motivos que afianzamos en la esperanza y en la recompensa, son los principios que guían nuestras acciones, nuestros aprendizajes y nuestras relaciones.

Aristóteles -filósofo griego nacido en el año 384 antes de Cristo-  en su texto “Ética a Nicómaco”, su hijo, argumentaba que las acciones humanas iban dirigidas a la búsqueda de la eudemonía  o felicidad, que consideraba como el bien supremo.

Cuando los propósitos están ausentes, es posible que las vidas de quienes padezcan estas carencia sean muy calamitosas y devastadoras -lo que los hace aparecer como personajes planos y apagados en la interacción social.

Enfocadas en esos múltiples propósitos de cada ser humano, hay unas mentes pendientes por lograr sus objetivos -decimos a veces de alguien que “su proyecto de vida es muy ambicioso” o que “es muy egoísta y solo busca lo que le favorece”.

Muchos personajes logran el cumplimiento de sus propósitos de fortuna y poder causando malestar y miseria a grandes masas de población, degradándolas.  Los líderes violentos -tiranos, gobernantes depredadores, autoridades de masas religiosas-,   siembran de luto y sufrimiento a nuestro planeta con sus ejércitos serviles y obedientes, siguiendo sus obsesiones de opresión, rapiña, represión, culto a sus personalidades, imposición de sus ideologías y dogmas, instigación al crimen.

Considero que quienes promueven y dirigen las acciones violentas y destructivas contra otros padecen graves trastornos mentales que los llevan a la estupidez de sus actos y a su fanatismo aniquilador que solo puede ser contenido por adversarios más fuertes e inteligentes que ellos, lo que conduce a la lógica de las guerras donde quienes van al campo de batalla mueren, o quedan lisiados o se convierten en asesinos en nombre de las ideologías de sus líderes. Los acontecimientos violentos dejan estigmas de sufrimiento y deudas  por cobrar en la memoria de quienes fueron afectados.

La felicidad sustentada en la  permanencia de lo útil y ventajoso y en la satisfacción persistente de los intereses propios es solo una fantasía tan insostenible como las fugaces Ilusiones que los magos presentan a su auditorio en sus funciones engañosas, truculentas, inverosímiles, contrarias a las leyes de la física y de la razón.

Resaltamos algunos asuntos y situaciones cotidianas como muy  significativas para nosotros, -y en ocasiones minimizamos las elecciones  de los demás en nuestro empeño por sobresalir y presumirnos mejores que ellos.

El progreso de las comunidades humanas esta basado en la asociación solidaria y en realizaciones de beneficio colectivo -los propósitos de bienestar establecidos para provecho de las mayorías poblacionales son loables e integradores.

La asociatividad por el bien común es una condición evolutiva, que favorece  a los pueblos en su cultura, en sus instituciones y su florecimiento material y humano.

Los propósitos surgen de nuestra visión de trascendencia en un mundo continuamente cambiante.

La transformación generosa de la vida que va pasando es nuestro quehacer fundamental -en justicia, considero que es también nuestro deber y nuestra responsable retribución.

Los propósitos tienen como objetivos  y resultado el éxito y la ganancia -alguien debe vencer y algo debe ser obtenido.  Los propósitos malogrados son calificados como perdidas  o  fracasos: los finales felices no fueron la recompensa esperada y quienes los idearon deben hacer sus duelos y sus justificaciones para relegarlos y mitigar sus frustraciones.

Hugo Betancur (Colombia)

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