NOSTALGIA
Hugo Betancur
Cuando afirmamos, “me siento nostálgico”, exteriorizamos una disposición anímica con que evocamos circunstancias del pasado que nos representaron bienestar, o satisfacción, o júbilo, y que en el ahora son solo recuerdos que traemos al tiempo actual forzosamente con algún matiz de sufrimiento y lamentación.
Antes, nos sentimos complacidos y motivados
experimentando esas situaciones en su momento; sin embargo, ya pasaron y no se
repetirán, son historias vencidas.
Estos ritos nostálgicos que hacemos son
ejercicios imaginarios que nos traen escenas idealizadas a las que agregamos
detalles caprichosos e irreales y que sobredimensionamos en el presente como pérdidas a
la medida de nuestros deseos persistentes de perfección inalcanzados e imposibles
-seguramente exageramos su importancia y desvirtuamos su fidedigna ocurrencia para darles
atributos ficticios de distinción.
Con esas manifestaciones nostálgicas tristonas procuramos elevarnos sobre la modesta rutina de nuestras opacas existencias
para revestirlas de notoriedad y encanto.
Son sinónimos de esa nostalgia la añoranza,
la melancolía, la rememoración emotiva -estos conceptos nos atan a la dictadura
de nuestra memoria que impide que el tiempo psicológico fluya y que nuestras
mentes se aplaquen liberando nuestros apegos.
A esa nostalgia que distorsiona vivencias alegres y gratas tornándolas en pesarosas imágenes del presente, la veo como una tortura
auto infligida que nos lleva reiteradamente a la tristeza y a la depresión -con
nuestro aire de condolencia y de despojo correspondientes para ambientar ese
sentimiento cada vez que aparezcan. (Nos preguntamos alguna vez: ¿Qué estará recordando la abuela que tiene ese gesto lejano y nostálgico? Y ella quizá habría respondido que le venía a la memoria un momento muy feliz de su vida familiar).
Tal vez sea para nosotros más sano y
altruista que hagamos homenajes reiterados al esplendor de nuestras relaciones
y crónicas, a las biografías de nuestros allegados, a la prodigiosa fecundidad
de sus actos: así retornan a nuestras mentes con un halo de optimismo, de
alegría y de gratitud esos seres vivos que animaron nuestros destinos.
Hugo Betancur (Colombia)
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El término ‘nostalgia’ fue acuñado en 1688 por el médico suizo Johannes Hofer en su tesis en la universidad de Basilea. Aludía descriptivamente al estado o comportamiento psicológico de los pacientes cuando estaban lejos de sus seres o lugares amados, o a sus sentimientos de perdida cuando evocaban episodios gratos de su pasado que ya no estaban vigentes.
Para conformar esta expresión, nostalgia, utilizó los
vocablos griegos νόστος nostos (regreso) y ἄλγος algos (dolor), que significaba inicialmente pesadumbre
por no poder regresar a los eventos vivenciados.
El Diccionario de la lengua española -RAE- define
nostalgia como “Sustantivo femenino. Tristeza melancólica originada por el
recuerdo de una dicha perdida”.
Nostalgia La palabra en español procede del latín moderno
«nostalgia», y este del griego «nóstos» 'regreso' y «-algía» '-algia'
('dolor').
La nostalgia es en su origen el dolor que
produce no poder regresar a los acontecimientos que protagonizamos.
[“Neuralgia” (del latín moderno neuralgia,
de neur- nervio, y algia, sufrimiento, dolor, y usado primero en el francés
névralgie) hace referencia al “dolor intenso en las conducciones nerviosas].
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