CÓMO LIBERARNOS DE NUESTROS YUGOS MENTALES
Por Hugo Betancur
Meditación para sanar y apaciguar nuestras mentes
1. Sentados o acostados, nos apartamos un momento de nuestras
actividades habituales y entramos en un estado de quietud y de silencio.
Cerramos los ojos y respiramos profundamente: inhalamos el aire llenando
nuestros pulmones lentamente, presionando el abdomen hacia abajo y hacia
afuera; luego exhalamos el aire también sin prisa, permitiendo que el abdomen
se repliegue hacia adentro.
Sentimos atentamente ese movimiento del aire que entra al cuerpo cargado
con la energía de la vida y que retorna al espacio cargado con nuestra
energía.
Experimentamos la expansión y la contracción como una continuidad de
nuestro proceso de existencia como seres humanos.
2. Observamos en nuestra mente las distracciones que consumen nuestra
creatividad y nuestras vidas y las dejamos pasar.
Contemplamos nuestros pensamientos e imágenes como espectadores mudos,
sin asumir juicios ni justificaciones, sin culparnos y sin culpar a otros por
eventos sucedidos que nos llegan como recuerdos: no es necesario ni útil que los
asociemos con emociones de malestar ni de adversidad; lo que hicimos y lo que
otros hicieron correspondió a la historia compartida, y ocurrió como fue
posible. Cada árbol sólo puede dar sus frutos.
Si mantenemos las vivencias ingratas en nuestros pensamientos tal como las
interpretamos en su momento nos cargamos de amargura y confusión.
3. Enfocamos nuestras mentes en la tolerancia y el perdón sobre lo que
condenamos o atacamos –no son gratas ni útiles las impresiones sombrías que
conformamos sobre las situaciones atravesadas; además, podernos darnos cuenta
que nosotros y los demás seres humanos implicadas somos susceptibles a los
cambios propiciados por esas experiencias de relación.
Perdonar significa deshacer. La responsabilidad de esa acción recae
sobre quien emitió el juicio y determino las culpas.
Cuando decidimos perdonar, nos liberamos de las venganzas y de los
resentimientos, de la hostilidad y de la auto compasión.
El perdón es una expiación, una auto liberación de las culpas que
nosotros mismos establecimos.
La expiación es una reparación, una restauración, una restitución de la
mentalidad comprensiva –la mentalidad justa y adecuada.
Somos los jueces que al dar un veredicto sobre aquellos a quienes
condenamos nos enlazamos a sus vidas. Ahora podemos decidir nuestra libertad
con un veredicto de absolución: ¡No culpable! Rehusamos los cargos atribuidos
–las cargas- y nos declaramos no competentes para juzgar. Sólo asumimos nuestra
responsabilidad sobre lo experimentado y dejamos que otros asuman la suya.
4. Disponemos nuestras mentes hacia la paz. Nos liberamos de los aspectos
conflictivos y negativos –de negación y de pugna- que habíamos adoptado de la
dualidad y acogemos los aspectos integradores y positivos –de
aceptación y entendimiento.
La elección de la paz es un cambio en nuestras vidas que nos
permite desatarnos de nuestros yugos y reconciliarnos con los demás. Y es
una decisión que proviene de un estado de consciencia en que ejercemos nuestra
autonomía y nuestra inteligencia. No son seguros los campos de batalla para
quienes se ven como enemigos y que entran allí con el propósito de atacarse y
aniquilarse mutuamente.
Hugo Betancur (Colombia)
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