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lunes, 9 de enero de 2012

Las culpas que conformamos




CÓMO LIBERARNOS DE NUESTROS YUGOS MENTALES

Por Hugo Betancur


Meditación para sanar y apaciguar nuestras mentes

1. Sentados o acostados, nos apartamos un momento de nuestras actividades habituales y entramos en un estado de quietud y de silencio.

Cerramos los ojos y respiramos profundamente: inhalamos el aire llenando nuestros pulmones lentamente, presionando el abdomen hacia abajo y hacia afuera; luego exhalamos el aire también sin prisa, permitiendo que el abdomen se repliegue hacia adentro.

Sentimos atentamente ese movimiento del aire que entra al cuerpo cargado con la energía de la vida y que retorna al espacio cargado con nuestra energía. 

Experimentamos la expansión y la contracción como una continuidad de nuestro proceso de existencia como seres humanos.

2. Observamos en nuestra mente las distracciones que consumen nuestra creatividad y nuestras vidas y las dejamos pasar.

Contemplamos nuestros pensamientos e imágenes como espectadores mudos, sin asumir juicios ni justificaciones, sin culparnos y sin culpar a otros por eventos sucedidos que nos llegan como recuerdos: no es necesario ni útil que los asociemos con emociones de malestar ni de adversidad; lo que hicimos y lo que otros hicieron correspondió a la historia compartida, y ocurrió como fue posible. Cada árbol sólo puede dar sus frutos.

Si mantenemos las vivencias ingratas en nuestros pensamientos tal como las interpretamos en su momento nos cargamos de amargura y confusión.

3. Enfocamos nuestras mentes en la tolerancia y el perdón sobre lo que condenamos o atacamos –no son gratas ni útiles las impresiones sombrías que conformamos sobre las situaciones atravesadas; además, podernos darnos cuenta que nosotros y los demás seres humanos implicadas somos susceptibles a los cambios propiciados por esas experiencias de relación.

Perdonar significa deshacer. La responsabilidad de esa acción recae sobre quien emitió el juicio y determino las culpas.

Cuando decidimos perdonar, nos liberamos de las venganzas y de los resentimientos, de la hostilidad y de la auto compasión.

El perdón es una expiación, una auto liberación de las culpas que nosotros mismos establecimos.

La expiación es una reparación, una restauración, una restitución de la mentalidad comprensiva –la mentalidad  justa y adecuada.

Somos los jueces que al dar un veredicto sobre aquellos a quienes condenamos nos enlazamos a sus vidas. Ahora podemos decidir nuestra libertad con un veredicto de absolución: ¡No culpable! Rehusamos los cargos atribuidos –las cargas- y nos declaramos no competentes para juzgar. Sólo asumimos nuestra responsabilidad sobre lo experimentado y dejamos que otros asuman la suya.

4. Disponemos nuestras mentes hacia la paz. Nos liberamos de los aspectos conflictivos y negativos –de negación y de pugna- que habíamos adoptado de la dualidad  y acogemos los  aspectos integradores y positivos –de aceptación y entendimiento.

La elección de  la paz es un cambio en nuestras vidas que nos permite desatarnos de nuestros  yugos y reconciliarnos con los demás. Y es una decisión que proviene de un estado de consciencia en que ejercemos nuestra autonomía y nuestra inteligencia. No son seguros los campos de batalla para quienes se ven como enemigos y que entran allí con el propósito de atacarse y aniquilarse mutuamente.


Hugo Betancur (Colombia)

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