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sábado, 24 de diciembre de 2011

Atención, quietud, aprendizaje dinámico.


ATENCIÓN EN LO QUE SOMOS Y VIVIMOS

 

Hugo Betancur

 

Cuando asumimos propósitos de atención desde que abrimos nuestros ojos al día, nuestras mentes pueden liberarnos de la vaguedad de los pensamientos reiterativos, monótonos, que reciclan el pasado habitual y rutinario. Nuestro aprendizaje no proviene de los recuerdos sino de la atención consciente y presente en nuestra relación con los seres vivos y el entorno.

Es inteligente y ecuánime que tengamos atención sobre lo externo a través de nuestros sentidos, escuchando, viendo, percibiendo lo que nos rodea, mientras nos enfocamos al unísono en la atención interna, observando nuestras respuestas y nuestras elecciones.

Estando atentos conscientemente, aunque nuestra mente divague, aunque tienda a distraerse, nos damos cuenta de su movimiento, sin sentirnos incómodos ni impotentes, no empeñándonos en controlarla.

Esa consciencia alerta -darnos cuenta- es atención que disuelve las distracciones. Si esas distracciones son muy llamativas y nos atraen en su inercia  con pensamientos como "¿Por qué no logro concentrarme?" "¿Por qué estoy desatento?" "¡Debo controlar mis pensamientos!”, simplemente observamos estos movimientos de nuestro intelecto como eventos pasajeros y nuestra atención no esforzada los disolverá.

Nuestra mente aprende sin acumular en esos momentos de atención silenciosa; después, al transcurrir el tiempo, aprende manteniendo esa atención externa e interna, mientras realizamos nuestras actividades. Y cuando nos damos cuenta de que hay distracciones, desatención, esa consciencia atenta las puede disolver sin entrar en conflicto.

Nuestro intelecto, en cambio, basa su aprendizaje en la acumulación y en la asociación de los datos almacenados, lo que nos limita a un saber racional mecánico, dependiente de lo recogido. Nuestro intelecto está sustentado por información que viene del pasado.  Cuando esa información es insuficiente o restringida a  las consideraciones precarias derivadas de  nuestras experiencias particulares, ¿puede permitirnos una visión amplia de la vida?

En los estados de meditación nuestras mentes se conectan con los ritmos y las dimensiones sutiles de la vida y podemos aprender mientras contemplamos y participamos de esa corriente fluida de conocimiento e integración.

 
Hugo Betancur (Colombia)

 

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