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sábado, 20 de diciembre de 2025

La vida que sucede en presente.

                                                 Grafiti de Banksy. Fotografía por Diana Valderrama

PRESENCIANDO

Hugo Betancur

 

Mientras la vida alienta nuestras existencias y vamos apilando los episodios de nuestras historias, desplegamos nuestros sentidos percibiendo los espacios y los actos de los demás personajes en escena. En todo instante estamos “presenciando” lo que sucede.

Percibimos en presente, recordamos en presente, fantaseamos sobre un futuro por alcanzar en el presente. Ese futuro no llega porque siempre es un tiempo por venir, aunque presumamos de alcanzarlo o de realizarlo. Y el pasado no ocurre en el ahora, pertenece a una imaginaria línea de tiempo donde hemos experimentado nuestras vivencias e historias ya cumplidas.

Actuamos ambiguamente: mantenemos nuestra fortaleza, nuestra resonancia con nuestro destino, nuestra energía y atención en nuestras relaciones; o mantenemos nuestra incertidumbre, nuestra disonancia con nuestro destino, nuestra energía y atención ausentes de las relaciones actuales.

Nuestros conflictos y crisis surgen de procesos de nuestras mentes, suceden porque nuestros egos crean adversidad y confrontaciones, o porque interpretamos que somos afectados negativamente por eventos del mundo, o porque nuestros planes y proyectos se desarticulan -son nuestras reacciones a lo que aparece manifiesto ante nosotros como realidad.

Nuestras mentes que los elaboran deberán deselaborarlos* para que podamos liberarnos de sus efectos, de su carga, de su tormento.

Nos corresponde resolver los conflictos y las crisis identificando sus causas tempranamente y asumiendo nuestra responsabilidad porque hemos participado en su conformación en nuestras relaciones con otros.

Podemos entender que los conflictos surgen de la interacción de los personajes y de las creencias y los roles representados.

Todo conflicto implica una divergencia entre los seres humanos involucrados que lo atizan con sus pretensiones de control o su victimización eventual.

Toda postergación que hacemos expande nuestros conflictos y nos estanca en una condición de desasosiego.

Nuestros estados de infelicidad, nuestros rostros sombríos, nuestros insomnios, nuestro mal humor y nuestros gestos de preocupación, revelan que no hemos resuelto nuestras pugnas psicológicas.

El futuro incierto no nos trae las soluciones que nuestras mentes deben asumir -es solo una referencia temporal y no un filón de opciones que puedan beneficiarnos.

Expresamos frecuentemente que “atravesamos” diversas situaciones y les ponemos los adjetivos pertinentes (atravesar significa "pasar a través", movernos en el espacio y tiempo realizando alguna acción). 

Cada uno de nosotros es gestor de los aprendizajes y cambios que conciernen a su destino y según nuestras acciones cada uno de nosotros elige u omite las soluciones posibles según su libertad y según su lucidez.

 

Hugo Betancur (Colombia).

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jueves, 18 de diciembre de 2025

Buscando felicidad, amor y paz.

                                                                                       Ilustración de Banksy: "Sé alguien que te haga feliz".

LA BUSQUEDA DE LA FELICIDAD 

Hugo Betancur


En las intrincadas culturas, religiones y rituales del mundo, la felicidad, el amor y la paz han sido establecidas como objetivos de las mentes.

Cuando decimos que estamos en la búsqueda de algo estamos expresando que no lo poseemos o que no lo tenemos -o quizá que lo hemos perdido.

Nuestras búsquedas están relacionadas con seres vivos que pretendemos vincular a nuestros entornos, o con cosas tangibles e inertes, que tienen masa, volumen y formas y que son definibles como materiales, cuantificables, evidentes, perceptibles, utilizables.

O nuestras búsquedas están relacionadas con elementos intangibles que nuestros sentidos no pueden detallar o describir y que son los ideales que pregonamos, lo que perseguimos, lo que decimos que nos hace falta.

Sin embargo, el término búsqueda referido a la felicidad, al amor y a la paz es discordante. No accedemos a esta triada de bienaventuranzas por las búsquedas externas: no las encontramos afuera y no son ilusiones por alcanzar; son estados o atributos de nuestro ser, afines entre sí, que podemos manifestar y des-cubrir y que resuenan con nuestro destino.

Cuando nos damos cuenta que no están presentes la felicidad, el amor y la paz, que son gracias veladas e inaccesibles a nuestras mentes y a nuestros corazones, imaginamos ambiguamente que otros deberán traerlas a nuestras vidas y emprendemos búsquedas vanas que nos llevan a la frustración y a la soledad. Esos tres dones  no los cristalizamos bajo esas condiciones de carencia y deseo y no nos serán concedidos por un agradecido genio de la lámpara que hayamos liberado ni por una divinidad poderosa ávida de ceremonias y halagada por nuestras pobres ofrendas; nuestro guion de soñadores no será realizado.

Podemos proyectar afuera y hacia otros felicidad, amor y paz si hemos alcanzado un estado de armonía que acoja estos tesoros en nuestras mentes y propicie su expansión –como ocurre con las semillas que van creciendo hasta convertirse en hermosas plantas, verdeciendo, floreciendo con las caricias del viento y la lluvia y engalanando el paisaje.

La felicidad, el amor y la paz son los soles interiores que emanan su calidez y su esplendor en nuestras acciones –si esos soles están apagados, no logran irradiar su luz.

Me han enseñado que solo podemos manifestar estos atributos de felicidad, amor y paz si ya los tenemos y que solo cumpliendo ese requisito podemos reflejarlos en el espejo de la vida.

Algunos ejemplos de otros dones de los seres humanos nos permiten comprender esto –lo que es, lo que está presente, algo que es propio y puede ser expresado porque palpita  y que no es colectivo-: la visión de los  pintores que les permite recrear imágenes coloridas con sus manos, las voces singulares de los cantantes interpretando sus melodías con sus tonos distintos, los músicos tocando sus temas variados en sus instrumentos característicos, los bailarines y danzantes ejecutando sus movimientos y gestos con agilidad y gracia según los ritmos, los actores interpretando sus roles y asumiendo sus líneas, los escritores improvisando sus personajes y ambientes y dándoles visos de realidad…

No alcanzamos aquello que no merecemos, lo que desvirtúa nuestras búsquedas externas de felicidad, amor y paz y las hace infructuosas. Por el principio de correspondencia, nos es retribuido con creces lo que damos a otros para que nuestras relaciones fluyan equilibradas y justas.

 

Hugo Betancur (Colombia)

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[La palabra buscar es un verbo transitivo activo y la palabra búsqueda es un sustantivo de género femenino.

Es incierta la etimología de las dos palabras.

Tal vez buscar haya sido originada del protocelta *boudi- {"ganancia, victoria"), y del indoeuropeo *bhudh-skō ("conquistar", “ganar”.

BUSCAR: ocuparse en la acción de encontrar o hallar algo o a alguien; intentar establecer dónde está.

Sinónimos: rebuscar, explorar, indagar, ventear, averiguar, pesquisar, inquirir, escudriñar.

Derivados: busca, buscador, búsqueda].

https://es.wiktionary.org/wiki/buscar¨

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miércoles, 17 de diciembre de 2025

¿Qué es el amor? ¿Qué es la felicidad?

                                                                                                Fotografía por Diana María Valderrama B.

LAS PREGUNTAS QUE HACEMOS:

¿Qué es el amor?, ¿qué es la felicidad? (¿dónde podemos encontrarlos?)

 

Hugo Betancur

 

 Nos hacemos estas preguntas reiteradas y fundamentales a lo largo de nuestras vidas: ¿qué es el amor?, ¿qué es la felicidad?, ¿quién podrá darnos amor y felicidad?, ¿por qué otros nos defraudan cuando hacen sus roles en las relaciones en que participamos?, ¿dónde encontrar la alegría, la risa, el optimismo que nos hacen falta?, ¿cómo liberarnos del miedo y de la incertidumbre?

 

Son preguntas que nos hacemos en silencio, con nuestros ojos abiertos que miran hacia afuera, escudriñando cerca o lejos algún indicio esperanzador que preludie el amor que no  ha llegado o la felicidad que parece quimérica, inmanifestada en nuestros entornos, etérea  (talvez esas preguntas surgen de nuestro desvalimiento porque esas dos gracias deben brotar en nuestras mentes y no en el espacio inabarcable que nos rodea -podemos asemejar esto metafóricamente con las escenificaciones del mago avezado recreando para el auditorio que asiste a sus funciones las ilusiones y los fenómenos que sin su presencia no son posibles).

 

Como contraste, no nos preguntamos ¿qué es la tristeza?, ¿qué es el sufrimiento?, ¿qué es la frustración?, ¿qué es la soledad?, porque los hemos experimentado y presumimos qué sabemos cómo son y cómo llegan súbitamente, sin advertencias ni aparentes premoniciones, sin nubarrones oscuros que los anuncien.

 

Tal vez el amor, la felicidad, la realización de nuestros anhelos, solo sean el fruto de nuestras acciones y no objetivos por alcanzar: quizá provengan del amor, de la felicidad y de la realización de los anhelos de otros que propiciamos con lo que hacemos, enfocados en su cuidado, en su bienestar, en su protección. Eso que les damos retorna a nosotros acrecentado, gratificante, provechoso y lleno de vitalidad -lo apreciamos proyectándose en nuestras vidas   tal como pasa con las imágenes de nuestros rostros cuando nos acercamos a los espejos.

 

Es probable que la infelicidad sea una maleza que crece y se propaga sin fructificar, descolorida y persistente, asolando las mentes de quienes se creen gigantes en sus complejos de superioridad o en las de quienes se creen pequeños y endebles en sus complejos de inferioridad, o en las mentes de quienes  se vanaglorian como triunfadores que vencen o despojan a otros más vulnerables en los escenarios de conquista, o en las mentes de quienes son atendidos y aprovisionados por otros que satisfacen sus exigencias y requisitos sin ser retribuidos.

 

Posiblemente podrá alcanzar algún matiz de felicidad quien interactúa amablemente con otros, quien construye equitativamente con otros, quien asiste a otros en sus aprendizajes y cambios, quien comprende la transitoriedad de las relaciones y de las historias comunes -sabiendo que sólo las que nacen de la libertad y la empatía trascienden el tiempo con que medimos su progreso.

 

En una justa consideración, el amor y la felicidad no son trofeos por conquistar que podamos mostrar jactanciosamente.

 

 Lo más parecido al amor y a la felicidad, los tesoros de nuestros destinos, pueden ser nuestras expresiones de alegría y optimismo, nuestra risa ruidosa o nuestra sonrisa callada, nuestro optimismo, nuestra fortaleza cuando afrontamos las tormentas conservando nuestra calma, con nuestras mentes libres de temor y de conflictos.

 

Todo sucede según la trama de nuestras vidas: tenemos la posibilidad de aceptar la disonancia y la armonía de los eventos, y de transformar nuestras mentes, asistiendo a  otros que también quieran hacerlo, mientras respiramos y sentimos los latidos de nuestros corazones: es posible que esas acciones nos lleven a los umbrales del amor y de la felicidad y a sus espacios de manifestación -donde dos o muchos más se hacen uno, los egos se desvanecen.

Hugo Betancur (Colombia)

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