SERVIR, CUIDAR, RESPONSABILIZARNOS.
Hugo
Betancur
Cuando enfocamos nuestra existencia en servir y cuidar el bienestar y el
progreso de otros, nos caracterizamos como seres humanos más sanos, ecuánimes y
benévolos, y logramos liberarnos de la servidumbre a nuestros egos y a su
fantasiosa entronización de la importancia personal. El servicio y la
asistencia a otros nos trae satisfacción y alegría y nos aviva el sentimiento
de serles útiles y de solidarizarnos con sus dificultades y sus carencias.
Que pueda asumir su destino con los eventos, relaciones, tareas, cambios
y aprendizajes que le corresponden es el reto esencial en la historia de cada
uno de nosotros.
Como personajes “destinados” a cumplir nuestros roles representamos una personalidad
que expresara un ego modesto y conciliador o un ego explosivo y beligerante.
Si nos apropiamos conscientemente de nuestro destino, despejamos
el primer obstáculo de nuestra mente que es el rechazo al personaje que vamos a
interpretar.
Simbólicamente, cada uno de
nosotros tiene ante si el sendero de su destino que deberá recorrer y que
alguna vez se cruzará o convergerá con los destinos de otros.
No recorreremos una avenida lineal y plana sino un itinerario tortuoso,
con altibajos, con trayectos escabrosos y tristes alternados con tramos de
bienestar y alegría.
Sin embargo, nuestros destinos tienen solo un guión inacabado de lo que
puede suceder -podemos alterar los libretos mientras avanzamos en nuestras
vivencias y vamos descubriendo en nuestro campo de acción las opciones elegibles
según nos apropiamos de nuestras circunstancias y según afirmamos nuestros
propósitos. Si nos quedamos pasmados, la vida nos va llevando a su antojo -tal
como el viento deshoja los árboles secos en el campo o como la tempestad va tumbando
los arboles que no tienen raíces sólidas o como una ladera de montaña se
derrumba por efecto de las aguas subterráneas que socavan el suelo.
Solo cuando asumimos nuestros
roles conscientemente y nos ajustamos a los cambios y aprendizajes por
realizar, nuestros destinos dejan de ser una compleja maquinaria de reloj que
funciona previsiblemente según giran los engranajes y las ruedas dentadas sobre
sus ejes como los ingenieros las diseñaron: decidimos entonces por nosotros
mismos los movimientos y relaciones compatibles con nuestras mentes y con las
tareas por hacer que darán sentido y trascendencia a nuestras fugaces historias.
Hugo
Betancur (Colombia)
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