Quién preside cada vida:
¿el personaje o su ego?
Hugo Betancur
La actualidad de nuestros estados mentales retrata
nuestro desempeño y la eficiencia en nuestras relaciones y acciones. ¿Qué
resultado o fruto hemos obtenido de nuestra interacción con otros en los
procesos y tareas que realizamos? ¿Qué tanto bienestar, satisfacción y aciertos
cosechamos de nuestros actos?
Lo que llamamos felicidad o armonía sería posiblemente
la presea dispuesta como premio o recompensa a los méritos de nuestro destino o
de nuestras acciones justas. Esa esquiva felicidad sería consumada como
resultado de los usos inteligentes que hayamos puesto en práctica de recursos
disponibles, modos, métodos y relaciones coherentes y provechosas.
Desde el primer año de vida fuera del útero
materno, vamos asumiendo y apropiándonos de nuestro ego y nuestra personalidad -o establecemos una cooperación entre ambos o somos agobiados por nuestros egos.
La personalidad abarca los caracteres psicológicos
subjetivos, la mentalidad, los comportamientos y el ego -estos elementos o rasgos
se van manifestando progresivamente hasta conformar una idiosincrasia singular para
cada uno.
Imaginemos el ego como un agregado o un
apartado de la mente -un pequeño programa instalado en el enorme disco duro de
la mente. Inicialmente es un auxiliar que reclama al mundo unas concesiones
ventajosas de supervivencia y bienestar para su mentor asumiéndolas como
propias -yo quiero”, “yo necesito”, “yo debo ser atendido”.
En un sentido práctico, podemos interpretar al ego
como un funcionario vitalicio de rango mayor que deberá asistir a su empleador en el transcurso de su existencia.
Si asume sus tareas armoniosamente, le servirá para el bien de los dos; si le suplanta o usurpa su autonomía, establecerá una confusión
de niveles tratando de imponer exigencias y condiciones con el propósito
de vencer y someter a otros afirmándose a sí mismo como líder -obrando así, el ego instaura un yo espurio
plantado ante el mundo como un depredador*, parasito de beneficios y ventajas
que no retribuirá (metafóricamente, este ego desbordado se apropia de la mente
del personaje y lo convierte en su vasallo).
También en sentido práctico podemos considerar al
ego como un ayudante en el desarrollo de la personalidad, con voz y voto, mas
no con autoridad resolutiva -no es licito que adopte una jerarquía de mando
porque sus funciones son de subalterno y su hospedero es el actor principal de
la película en todo momento.
Un ego sano es un intermediario de conciliación y
asociación; un ego intrigante es promotor de conflictos y de disociación.
Hugo
Betancur (Colombia).
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*PSICOPATAS NEFASTOS: Autócratas, déspotas y depredadores, prototipos de barbarie.
La historia humana está plagada de personajes que
representaron sus cimas de mando y poder guiados por sus desenfrenados egos:
incrustados como instigadores de guerras y conquistas y enarbolando sus
banderas, sus dogmas, sus argumentos de control y exterminio, se resguardaron
tras fachadas religiosas, políticas y militares
para convertir a sus subordinados y tropas en homicidas, inmolados,
tullidos -todos ellos condecorados después como héroes póstumos o
sobrevivientes].
[La galería de la infamia humana abunda en especímenes psicópatas encumbrados que invocando sus dioses, sus religiones y sus ideologías volcaron a las masas de su servidumbre al aniquilamiento de grupos humanos y de culturas].
Según el modelo triárquico de
Christopher J. Patrick, psicólogo de la Universidad de Minnesota,y sus
colaboradores (2009), la psicopatía se compone de tres rasgos
principales: atrevimiento, desinhibición y mezquindad -aducen estos estudiosos
que los psicópatas sienten menos miedo que el resto de personas, que tienen más
dificultades para controlar sus impulsos y que su falta de empatía los lleva a
utilizar a los demás en su beneficio.
Perfil psicológico de los psicópatas.
Sus rasgos distintivos, según las clasificaciones realizadas por Cleckley y
Hare:
1. Falta de empatía: incapacidad de
comprender el estado mental de otras personas o de ponerse en su lugar.
(activan una empatía selectiva y ficticia según su propósito de agradar o
hechizar a otros). pero la “activan” a voluntad; esto explicaría tanto la
frialdad como las habilidades sociales que los caracterizan.
Simon Baron-Cohen acuñó el
concepto de la “teoría de la mente” -afirmaba que los psicópatas adoptan una
empatía cognitiva mas no emocional, y que no experimentan malestar ante el
sufrimiento de los demás.
2. Egocentrismo y narcisismo: son
incapaces de asumir enfoques mentales distintos a los suyos por su falta de
empatía. Usualmente los psicópatas son también narcisistas y tienden a
suponer que son superiores a los demás y más importantes que ellos.
3. Encanto superficial
El perfil típico del psicópata es el
de un personaje encantador y sociable, lo que es solo un papel de actor y no un
atributo demostrable.
4. Pobreza emocional
La idiosincrasia de los psicópatas
los restringe a disponer de emociones limitadas y teatrales -sus emociones
positivas son escasas y sus emociones negativas son controladas o reprimidas
tras un velo de calma artificioso y táctico.
Los psicópatas mienten con mucho
aplomo y suficiencia.
La carencia de sinceridad es una
característica de los psicópatas, lo que los lleva a construir una realidad
aparente que muestran a los demás como una imagen de simpatía y cercanía
afectuosa elaborada ilusoriamente.
Los psicópatas mienten episódicamente
según sus planes y maquinaciones para proyectar una imagen agradable y
conveniente -identifican las vulnerabilidades de los demás para elaborar farsas
que ellos interpreten como coherentes y loables.
Impulsados por sus ambiciosos y
desbordados egos, los psicópatas tienden a actuar impetuosamente sin considerar
las consecuencias de sus acciones, lo que les lleva a tomar decisiones
precipitadas y adversas. Esta impulsividad está ligada a su irresponsabilidad
-raramente asumen las consecuencias de sus actos, y tendenciosamente
culpan a los demás por sucesos e eventos dañinos que ellos mismos promueven
Esta irresponsabilidad es otro
aspecto de su comportamiento impulsivo: desdeñan las leyes, los acuerdos y las
convenciones sociales, son individuos que siembran caos y crisis desde las
posiciones y cargos que ostentan.
Lo que más frustra y desata la
violencia de los psicópatas es el fracaso de sus expectativas y tramas y la
pérdida del control de las situaciones y de sus agentes subordinados. Los
psicópatas mantienen una obsesión enfermiza por el dominio y el control y se
tornan agresivos y destructivos cuando las circunstancias no favorecen sus
intrigas.
Otros enfoques publicados:
LA PSICOPATÍA SUBCLÍNICA Y LA TRIADA
OSCURA DE LA PERSONALIDAD:
https://www.behavioralpsycho.com/wp-content/uploads/2019/08/03.Halty_19-2oa-1.pdf
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Otras
ideas de vida en:
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