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domingo, 11 de diciembre de 2022

El entramado de nuestras mentes

                                                                                         Graffiti en Amsterdam. Foto de Diana Valderrama. 

Razones, pretextos, elecciones…

 

EL ENTRAMADO DE NUESTRAS MENTES

 

Hugo Betancur

 

Es posible que nuestra percepción  inmediata y directa de lo que vemos o experimentamos nos pueda permitir una comprensión temprana de  “lo que es”, si somos consecuentes con los efectos y afectaciones que provoca en nuestras mentes -imágenes súbitas como una lluvia fuerte que se desata, como un trueno que escuchamos o como un rayo que vemos, como una situación o circunstancia que presenciamos o que nos es contada, o como los comportamientos o acciones de otros seres humanos.

 

Ese flash o imagen fugaz aviva nuestra percepción inicial. Esa imagen impresiona nuestra mente como una gran fotografía llena de detalles y de colores que captamos en su plenitud rotulándola con frases o palabras, contundentes o drásticas o trágicas para cualquiera de nosotros –“se murió”, “se fue”, “me dejó”, "la perdí” o "lo perdí”, “se terminó”-, o en contraste, con frases o palabras alegres, optimistas, motivadoras –“nació”, “regresó”, “está conmigo”.

 

En ese ínterin o umbral de la percepción  al razonamiento podemos observar los sentimientos y emociones que cada incidente efímero suscitó en nosotros –los datos de la intuición que desechamos habitualmente- y podemos decidir inteligentemente nuestra comprensión ajustándonos a las situaciones. "Lo que fue" no podrá ser deshecho.

 

Sin embargo, acostumbramos a desplazar la resolución de "lo que es" en su momento y seguimos después un proceso de pensamiento inducido por “lo que fue” o “lo que pasó”, implicándonos en una revisión retrospectiva dispendiosa. Obstinados, resistiéndonos a transigir y a fluir, enfocamos la atención de nuestras mentes en lo sucedido -relaciones, seres vivos y móviles representándose a sí mismos, naturaleza, estructuras físicas- y dilatamos nuestro tiempo psicológico.

 

Hacemos una interpretaciones  posteriores que surgen de la información que tenemos, del archivo de la memoria, donde cada uno de nosotros ha recopilado, o compendiado, o inventariado sus ideas, creencias y recuerdos a su manera y lo ha adaptado a una identidad que presume como sí mismo –“yo pienso”, “yo creo”, “yo siento”.

 

Esa identidad que conformamos en la línea de la vida que nos corresponde y que constituimos como nuestro yo, es un personaje que expresa, desde su condición humana, nuestros patrones mentales con que pretendemos definir y captar lo exterior –y tal vez establecer nuestra idiosincrasia y filosofía particulares y exclusivas.

 

Filtramos o discriminamos las acciones de otros según nuestros juicios y elecciones  y determinamos qué debió o debe ser o pasar según nuestros requisitos y designios.  Muchas veces nos erigimos como clasificadores y actuamos quizá como los porteros de los edificios y las empresas, o como los agentes de aduanas, o como quienes programan reuniones, calificando quienes cumplen nuestras normas para que puedan pasar nuestro control y quienes deben ser excluidos porque carecen de los atributos exigidos.

 

Después de esa percepción instantánea que tenemos de cada acontecimiento, establecemos nuestras interpretaciones mentales según nuestros guiones de vida y nuestros planes o proyectos. Hacemos alguna de dos elecciones: decidimos abrirnos a la comprensión propiciada por nuestra percepción atenta o nos confinamos en   los juicios, muy lentos, que podrán culminar en nuestras sentencias absolutorias o condenatorias mas no en una conciliación liberadora.

 

En ocasiones fragmentamos o distorsionamos o desmenuzamos  los hechos con la pretensión de cotejarlos con  los moldes de realidad propia y subjetiva que elaboramos y nos enredamos en un entramado de pensamiento conflictivo  que nos disocia de otros seres humanos y nos sumerge en  crisis mentales que cargamos con frustración, pugnas, quejas.

 

¿Qué podemos reclamar o reprochar a otros, que también han elaborado minuciosa o rudimentariamente su personaje  y que lo representan con sus propios libretos y mentalidad, siguiendo sus ambiciones, o sus metas, o los que denominamos ideales y sueños, o plantándose ante la vida como conquistadores potenciales que deben vencer y superar a otros y volverlos sus sirvientes y proveedores de placer, cuidados, obediencia ilimitada? ¿Qué podemos reclamar o reprochar a quienes cumplen sus papeles de honrados y sinceros seres humanos que resguardan celosamente su autonomía y su libertad y que temen los compromisos? ¿Qué pueden otros reclamarnos o reprocharnos cuando no nos ajustamos a sus expectativas e ilusiones?

 

Cada observador fija su mirada en el mundo de afuera y lo asimila o lo reprueba según los contenidos de su mente y según sus propósitos.

 

Podemos considerar que las realidades convenientes  que codiciamos alcanzar  son inciertas por su carácter cambiante e inestable y que también las ilusiones son inciertas porque son sólo fragmentos de pensamiento, volátiles e insustanciales.

 

Nuestras relaciones nos acercan y asocian a otros cuando las establecemos desde nuestra libertad, nuestra afectuosidad y nuestra integridad -con la esperanza de obtener reciprocidad sincera. Las relaciones que establecemos desde condiciones de necesidad y carencias nos llevan a depender de otros y a experimentar la separación en cualquier momento imprevisto.

                                                                                       

  Hugo Betancur (Colombia)

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