LOS SUEÑOS DE QUIENES VIVIMOS
Hugo Betancur
Nuestros sueños como seres humanos son sólo sueños.
Son distintos los sueños de quien duerme a los sueños de quien
ha despertado.
Algunos sueños son realizables en el mundo que percibimos si
compaginan con los atributos y la mentalidad de quienes los soñamos -también
con nuestros méritos, nuestra misión en la vida y nuestras relaciones-; otros
sueños que imaginamos son solo quimeras que surgen borrosas en nuestras mentes
hasta desvanecerse porque su cumplimiento no corresponde a nuestras vidas.
Cada uno de nosotros sueña su sueño y conforma su propia ilusión
e interpretaciones sobre la vida y sobre los demás.
Sin embargo, en ocasiones podemos obsesionarnos en hacer
tangibles nuestros sueños involucrando a otros como sus ejecutores con lo que
les ceñimos un yugo de sumisión o una forzosa condición de sirvientes que
deberán sacrificarse para complacernos.
Muchos sueños son proyectados con una idealidad tan minuciosa
que se vuelven sueños excluyentes y exclusivos que aíslan al soñador en un
reducto inaccesible y brumoso.
Cada uno sueña sus sueños con las condiciones y disposiciones de
su mente y cada uno sigue su jornada ajustada a esos sueños, que a veces son
desmesurados e inabarcables y a veces menudos y escurridizos –a veces nos
pertenecen y podemos convertirlos en realidades; a veces son ajenos a nosotros
y se quedan solo como ideas reverberantes en nuestras mentes.
Llamamos realidad a todo lo que podemos mostrar a otros y que
ellos perciben como cierto.
Lamamos sueño o ilusión a aquello que expresamos con palabras o
descripciones graficas a otros y que ellos perciben como imaginario.
Una corriente cultural de influencia masiva pregona -a través de
sus coaching (entrenadores entrenados)- que cada uno puede alcanzar sus ideales
estableciendo objetivos, visualizándolos, fijando la mente en lograrlos; sin
embargo, esta fantasía solo puede ser cristalizada excepcionalmente porque esas
ambiciones de cada uno para obtener sus metas son solo pretensiones de los egos
particulares que desdeñan los requisitos y atributos requeridos para
realizarlas.
Muchos sueños se convierten en pesadillas porque unos soñadores
se empeñan en acomodar a otros a sus exigencias con una persistencia enfermiza.
Pero algunos de aquellos a quienes les son asignadas las funciones de plasmar
esos sueños no se muestran dispuestos a dejarse subyugar y los soñadores ven
frustrados sus propósitos o planes.
Nuestros sueños sobre acciones de vida o sobre proyectos que
trazamos podemos cumplirlos muchas veces, si tenemos los atributos apropiados,
más no los sueños sobre otras personas o sobre su permanencia junto a nosotros
porque suprimiríamos su libre albedrío y las experiencias por cumplir que cada
Alma ha trazado como su destino desde la dimensión creativa del Ser Uno.
Los únicos sueños posibles y con algún matiz de felicidad son
los que permiten que las mentes entren en armonía no sucumbiendo a la
necesidad, ni a los yugos, ni a la percepción de carencia o desvalidez.
Entonces los soñadores podemos sonreír y mostrar un rostro
alegre y optimista, fruto de una visión de acercamiento y prodigalidad que
expande nuestro sueño hacía una creativa y transitoria realidad.
Sin embargo, el sueño más grandioso que podemos crear es aquel
que nos lleve a despertar y a transformarnos en observadores y
personajes atentos en cada acto y en cada relación de nuestras vidas, dándonos
cuenta sobre lo que sucede y captando los rasgos de los seres vivos y de la
naturaleza en el ahora, el instante efímero en que nuestro ser manifiesta las
circunstancias cambiantes de nuestra existencia humana y de nuestra
idiosincrasia.
Hugo Betancur (Colombia)
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