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sábado, 17 de diciembre de 2022

Cómo sanar nuestros duelos

 

                                                                         Galería Vittorio Emanuele. Milan. Foto de Diana Valderrama

EXHORTACION A SANAR 

Hugo Betancur

 

Deja correr un rio de lágrimas

con las penas de tu mente.

Siéntete el ser más infeliz

y desolado sobre la tierra.

 

Sabe que no son más tristes

los motivos de tu llanto

ni menos amargos que los de otros.

 

No elabores culpas

para justificar tu aflicción,

no son ciertas

y pueden hacerte mucho daño

-muchas veces

no podemos alterar nuestro destino

y no tenemos un poder

para alterar el de los demás.

No nos es posible deshacer

ni rehacer lo que ya pasó.

 

Desborda tus emociones 

y extasíate en tu llanto

por lo que crees haber perdido.

Tus ojos,

ahora vidriosos y consternados,

brillaron con alegría y optimismo

tantas veces,

cuando tu mente

hizo otros retratos de la vida

más expansivos,

más amables y más gratificantes.

Olvidas todo eso ahora

y te estancas en el sufrimiento.

Las almas de aquellos que lloras

te acompañan,

sin que puedas ver cómo te rodean

con su abrazo de luz y de amor.

Están a tu lado,

pero no puedes tocarlas ni oírlas,

porque son Estelas de Dios,

no visibles para nuestros ojos,

esperando un nuevo nacimiento

a otras existencias distintas

en su sabio plan

de evolución y trascendencia.

 

Agota tu duelo

desde la sabiduría de tu ser

y desoye las consideraciones de tu ego

que no sabe sobre el sentido esencial

de todo lo que hemos decidido experimentar

en nuestras historias

y en los personajes que representamos.

 

Una vez hayas vencido este proceso

de tu mente desconcertada y reactiva,

retorna a los espacios abiertos

donde los vivos aguardan para abrazarte,

para celebrar contigo

el prodigio de respirar y existir

en este mundo

lleno de belleza y exuberancia,

donde nuestras acciones

y la asistencia de los que nos aman

propician la sanación de nuestras mentes.

 

Reúnete con los amigos y los familiares,

personajes también,

desajustados o equilibrados,

torpes o certeros,

elementales o muy profundos.

Tu y ellos seguirán cumpliendo

los rituales y experiencias de sus biografías,

y también serán conmovidos y abatidos

por sus ocasionales tristezas y duelos

que duraran el tiempo que decidan dedicarles.

 

Todos los contrastes de la vida

nos suceden y pasan

-la alegría, la tristeza,

la plenitud que luego se vuelve incertidumbre,

los temores y las dudas,

la soledad y el acompañamiento que la resuelve.

 

Solo confía en la Guía que invocas a Dios

para restaurar tu paz y tu confianza.

 

Todo y todos pasamos

y la vida sigue progresando

en sus múltiples manifestaciones y realidades.

 

Hugo Betancur (Colombia)

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domingo, 11 de diciembre de 2022

El entramado de nuestras mentes

                                                                                         Graffiti en Amsterdam. Foto de Diana Valderrama. 

Razones, pretextos, elecciones…

 

EL ENTRAMADO DE NUESTRAS MENTES

 

Hugo Betancur

 

Es posible que nuestra percepción  inmediata y directa de lo que vemos o experimentamos nos pueda permitir una comprensión temprana de  “lo que es”, si somos consecuentes con los efectos y afectaciones que provoca en nuestras mentes -imágenes súbitas como una lluvia fuerte que se desata, como un trueno que escuchamos o como un rayo que vemos, como una situación o circunstancia que presenciamos o que nos es contada, o como los comportamientos o acciones de otros seres humanos.

 

Ese flash o imagen fugaz aviva nuestra percepción inicial. Esa imagen impresiona nuestra mente como una gran fotografía llena de detalles y de colores que captamos en su plenitud rotulándola con frases o palabras, contundentes o drásticas o trágicas para cualquiera de nosotros –“se murió”, “se fue”, “me dejó”, "la perdí” o "lo perdí”, “se terminó”-, o en contraste, con frases o palabras alegres, optimistas, motivadoras –“nació”, “regresó”, “está conmigo”.

 

En ese ínterin o umbral de la percepción  al razonamiento podemos observar los sentimientos y emociones que cada incidente efímero suscitó en nosotros –los datos de la intuición que desechamos habitualmente- y podemos decidir inteligentemente nuestra comprensión ajustándonos a las situaciones. "Lo que fue" no podrá ser deshecho.

 

Sin embargo, acostumbramos a desplazar la resolución de "lo que es" en su momento y seguimos después un proceso de pensamiento inducido por “lo que fue” o “lo que pasó”, implicándonos en una revisión retrospectiva dispendiosa. Obstinados, resistiéndonos a transigir y a fluir, enfocamos la atención de nuestras mentes en lo sucedido -relaciones, seres vivos y móviles representándose a sí mismos, naturaleza, estructuras físicas- y dilatamos nuestro tiempo psicológico.

 

Hacemos una interpretaciones  posteriores que surgen de la información que tenemos, del archivo de la memoria, donde cada uno de nosotros ha recopilado, o compendiado, o inventariado sus ideas, creencias y recuerdos a su manera y lo ha adaptado a una identidad que presume como sí mismo –“yo pienso”, “yo creo”, “yo siento”.

 

Esa identidad que conformamos en la línea de la vida que nos corresponde y que constituimos como nuestro yo, es un personaje que expresa, desde su condición humana, nuestros patrones mentales con que pretendemos definir y captar lo exterior –y tal vez establecer nuestra idiosincrasia y filosofía particulares y exclusivas.

 

Filtramos o discriminamos las acciones de otros según nuestros juicios y elecciones  y determinamos qué debió o debe ser o pasar según nuestros requisitos y designios.  Muchas veces nos erigimos como clasificadores y actuamos quizá como los porteros de los edificios y las empresas, o como los agentes de aduanas, o como quienes programan reuniones, calificando quienes cumplen nuestras normas para que puedan pasar nuestro control y quienes deben ser excluidos porque carecen de los atributos exigidos.

 

Después de esa percepción instantánea que tenemos de cada acontecimiento, establecemos nuestras interpretaciones mentales según nuestros guiones de vida y nuestros planes o proyectos. Hacemos alguna de dos elecciones: decidimos abrirnos a la comprensión propiciada por nuestra percepción atenta o nos confinamos en   los juicios, muy lentos, que podrán culminar en nuestras sentencias absolutorias o condenatorias mas no en una conciliación liberadora.

 

En ocasiones fragmentamos o distorsionamos o desmenuzamos  los hechos con la pretensión de cotejarlos con  los moldes de realidad propia y subjetiva que elaboramos y nos enredamos en un entramado de pensamiento conflictivo  que nos disocia de otros seres humanos y nos sumerge en  crisis mentales que cargamos con frustración, pugnas, quejas.

 

¿Qué podemos reclamar o reprochar a otros, que también han elaborado minuciosa o rudimentariamente su personaje  y que lo representan con sus propios libretos y mentalidad, siguiendo sus ambiciones, o sus metas, o los que denominamos ideales y sueños, o plantándose ante la vida como conquistadores potenciales que deben vencer y superar a otros y volverlos sus sirvientes y proveedores de placer, cuidados, obediencia ilimitada? ¿Qué podemos reclamar o reprochar a quienes cumplen sus papeles de honrados y sinceros seres humanos que resguardan celosamente su autonomía y su libertad y que temen los compromisos? ¿Qué pueden otros reclamarnos o reprocharnos cuando no nos ajustamos a sus expectativas e ilusiones?

 

Cada observador fija su mirada en el mundo de afuera y lo asimila o lo reprueba según los contenidos de su mente y según sus propósitos.

 

Podemos considerar que las realidades convenientes  que codiciamos alcanzar  son inciertas por su carácter cambiante e inestable y que también las ilusiones son inciertas porque son sólo fragmentos de pensamiento, volátiles e insustanciales.

 

Nuestras relaciones nos acercan y asocian a otros cuando las establecemos desde nuestra libertad, nuestra afectuosidad y nuestra integridad -con la esperanza de obtener reciprocidad sincera. Las relaciones que establecemos desde condiciones de necesidad y carencias nos llevan a depender de otros y a experimentar la separación en cualquier momento imprevisto.

                                                                                       

  Hugo Betancur (Colombia)

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sábado, 26 de noviembre de 2022

Los yugos de nuestras mentes

                                                                     COSAS OBSOLETAS. Fotografía de Elízabeth Betancur

LOS YUGOS DE NUESTRAS MENTES

Hugo Betancur

 

El presente es el espacio donde nos es posible transformar la vida y transformarnos a nosotros mismos, es el escenario donde podemos plasmar los cambios y las acciones, y donde podemos establecer nuestra paz, nuestro bienestar, nuestra tranquilidad.

 

No nos es posible deshacer el pasado -ya sucedió, ya es experiencia cumplida donde cada uno realizó sus vivencias según las circunstancias y según su mentalidad del momento; las culpas, los reproches, los lamentos no cambiaran eso.

 

No podemos ir hacia el futuro que siempre está lejos.

 

El futuro es la dimensión que nuestra imaginación puebla de ideas y proyectos que sólo podemos cristalizar en el presente, si es que tenemos la disposición y las opciones y elementos requeridos para conformarlos y hacerlos tangibles.

 

Cada uno de nosotros tenemos el poder y la capacidad de asumir, personalizar y trascender nuestros destinos y de hacerlos armoniosos y coherentes con los destinos de otros.

 

La visión que tengamos de la vida y la visión que tengamos de nosotros es nuestra energía para vencer las dificultades y los obstáculos que encontramos a medida que transitamos nuestras jornadas. Cada uno ha de cumplir su destino y debe asumirlo porque otros no pueden sustituir la trama de su historia ni los planes que cada Alma asignó a su personaje.

 

Cada uno de nosotros somos amos y protagonistas de nuestro destino. Podemos aplicar nuestra voluntad y nuestra creatividad para resolver las crisis y conflictos de nuestras relaciones si nos damos cuenta que todos nuestros comportamientos están fundamentados en los patrones psicológicos y en las creencias distintas que profesamos como seres humanos -y también en las expectativas e intereses que motivan nuestras acciones y elecciones.

 

Nuestros juicios sobre lo ocurrido son solo interpretaciones particulares que limitan nuestra comprensión y nuestra libertad y que no alteran los hechos del pasado.

 

Nuestra decisión más coherente es permitir que todo transcurra según su dinámica y condiciones.

 

Cada uno de nosotros decide cuándo soltar la frustración, el resentimiento y las culpas que su propia mente elaboró y asumió como reales. Podemos declinar todo eso para enfocarnos en el prodigio y la belleza de la vida y liberarnos de los yugos psicológicos que nosotros mismos hemos improvisado y adaptado a nuestros guiones.

 

Hugo Betancur (Colombia)

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