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lunes, 14 de octubre de 2013

LOS YUGOS MENTALES. 3. Marcando territorios: personas y cosas como nuestras.

                                                                                                              Foto por Hugo Betancur

LOS YUGOS DEL EGO

3. Marcando territorios: señalando personas y cosas como que nos pertenecieran.

Hugo Betancur

En este mundo, nuestras personalidades humanas guiadas por el ego han establecido un “reino del amor” donde los cuerpos son el objeto de conquista y de placer –programados mentalmente para realizar “la unión” por medio del deseo, y la satisfacción por medio de los sentidos.

Al ver a otros seres humanos como cuerpos, los atractivos de la forma se tornan esenciales y no lo que cada uno es. Los cuerpos deberán ser poseídos y utilizados según ese enfoque del ego y para controlarlos deberán ser aislados tras un cerco que les impida escapar; según esa apreciación, será necesario “marcarles un territorio” donde son rotulados simbólicamente como de pertenencia exclusiva de su dueño o de sus dueños. ¿Cómo podemos poseer a un ser humano? ¿Es posible mantener esa ilusión a medida que el tiempo transcurre?

Cuando decimos amar a un ser humano por su cuerpo, realmente no lo amamos ni podemos verlo en su ser real. Con los ojos del cuerpo nos fijamos en su apariencia y en lo que para cada uno de nosotros parece atractivo y eso nos impide verlo. Establecemos un yugo contra él que se convierte en un yugo contra nosotros mismos. Empezamos a relacionarnos con él a través de las sensaciones y de la percepción condicionada. El carcelero que cuida a sus prisioneros se confina a sí mismo a permanecer en la prisión donde mantiene a los otros. Ambos están aprisionados, uno adentro de las rejas y otro afuera.

Mientras persista la pasión y los cuerpos estén disponibles, las personalidades egoicas interpretan esto como un estado de felicidad. Sin embargo, esa es una situación ilusoria que desaparece abruptamente cuando la “necesidad” ha sido saciada o cuando el aburrimiento llega porque se apagaron los “instintos” o porque una nueva fantasía reemplazó la consumida.

Las relaciones del ego a través de los cuerpos son fáciles de identificar: están llenas de conflictos y de violencia, de condicionamientos y de normas, de emociones hostiles y de sufrimiento. Los aparejados se han dado mutuamente unas funciones y se relacionan desde la desigualdad: uno predomina y exige y el otro, o la otra, se acomodan al guion proyectado –o los dos se marcan unas pautas de comportamiento que cumplen desganadamente para mantener ese remedo de amor que no es más que un intercambio de papeles actuados como parte de un libreto ya elaborado que los actores no pueden modificar porque no han sopesado sus desventajas ni han identificado qué tan mecánicamente se comportan.

Las personalidades guiadas por el ego no pueden aceptar la libertad de otros porque suponen que sus requisitos en las relaciones son órdenes que deben ser atendidas.

En la relación egoica alguien debe mandar y alguien debe obedecer. Alguien debe someterse y alguien debe dominar. Es una relación de amo y sirviente.

Podemos reconocer las relaciones egoicas porque no traen paz. En esas relaciones vivimos en altibajos emocionales, desde un exaltado optimismo hasta un lastimoso pesimismo, desde una euforia excesiva hasta una tristeza peligrosamente destructiva.

Aquel a quien decimos amar no puede ser un cuerpo, porque en esa proyección las formas nos deslumbran y nos cautivan; nos mostramos sólo como admiradores ávidos por obtener nuestra presa y disfrutarla desde la excitación de los sentidos. En la visión del amor vemos a otros cálidamente desde la mente sincera que los contempla en su grandeza y desde el corazón sincero que los valora en su vulnerabilidad y en su frágil soledad.

Todos los que hemos tenido relaciones del ego donde nos hemos inclinado ante los lechos mullidos y los altares de los cuerpos hemos reconocido nuestros errores y conflictos a medida que interactuamos en esas vivencias del pasado llenas de apegos, de culpas, de reproches, de controles, de violencia, ataques y defensas que solo dejaron malestar y separación.

Es fácil reconocer que cada uno de nosotros participa en ello cuando falta la paz. 

Hugo Betancur (Colombia)

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Extractos de "UN CURSO DE MILAGROS", relacionables con el tema de arriba: 

“7. El ego vive literalmente a base de comparaciones. 2La igualdad es algo que está más allá de lo que puede entender y, por lo tanto, le es imposible ser caritativo. 3Lo que el ego da nunca emana de una sensación de abundancia porque él fue engendrado precisamente como substituto de ésta. 4Por eso es por lo que el concepto de “obtener” surgió en su sistema de pensamiento. 5Los apetitos son mecanismos para “obtener” que representan la necesidad del ego de ratificarse a sí mismo. 6Esto es cierto tanto en el caso de los apetitos corporales como en el de las llamadas “necesidades más elevadas del ego”. 7El origen de los apetitos corporales no es físico. 8El ego considera al cuerpo como su hogar y trata de satisfacerse a sí mismo a través de él. 9Pero la idea de que eso es posible es una decisión de la mente, que está completamente confundida acerca de lo que realmente es posible”.

Un Curso de Milagros”: “II. El ego y la falsa autonomía”.

2. 4Al considerar al cuerpo como un fin, el cuerpo no tiene realmente utilidad para el ego, puesto que el cuerpo no es un fin. 5Debes haber notado una descollante característica en todo fin que el ego haya aceptado como propio. 6Cuando lo alcanzas te deja insatisfecho.  7por eso es por lo que el ego se ve forzado a cambiar incesantemente de un objetivo a otro, para que sigas abrigando la esperanza de que todavía te puede ofrecer algo”.

De “Un Curso de Milagros”: “VIII. El cuerpo como medio como fin”.

4. …3El cuerpo es feo o hermoso, violento o apacible, perju­dicial  o útil, dependiendo del uso que se haga de él. 4en el cuerpo de otro verás el uso que has hecho del tuyo”.

“De “Un Curso de Milagros: VII. El cuerpo como medio de comunicación”.  

9. En este mundo, ni siquiera el cuerpo se percibe como algo ínte­gro. 2Se considera que su propósito está dividido en muchas fun­ciones que no tienen ninguna relación entre sí o muy poca, de modo que parece estar regido por el caos. 3Guiado por el ego, lo está.”

“De “Un Curso de Milagros”: “VII. El cuerpo como medio de comunicación”.

13. “3Ver un cuerpo de cualquier otra forma que no sea como un medio de comunicación es limitar a tu mente y hacerte daño a ti mismo”.

De “Un Curso de Milagros”: “VII. El cuerpo como medio de comunicación”. 

14. ... 2La mente, no obstante, puede manifestarse a tra­vés del cuerpo si va más allá de él y no lo interpreta como una limitación. 3Siempre que ves a alguien limitado a un cuerpo o por un cuerpo, estás imponiéndote a ti mismo ese mismo límite”.

De “Un Curso de Milagros”: “VII. El cuerpo como medio de comunicación”.

5. La lección fundamental es siempre ésta: el cuerpo se convertirá para ti en aquello para lo que lo uses”.

Un Curso de Milagros: Manual del maestro”.

12. ¿CUÁNTOS MAESTROS DE DIOS SE NECESITAN PARA SALVAR AL MUNDO?” 

3. Las fantasías son una forma distorsionada de visión. 2Todas ellas, no importa de qué clase sean, son distorsiones, ya que siem­pre tergiversan la percepción hasta convertirla en algo irreal. 3Los actos que proceden de distorsiones son, literalmente, las reacciones de aquellos que no saben lo que hacen. 4Las fantasías son un intento de controlar la realidad de acuerdo con necesida­des falsas. 5Si deformas la realidad de cualquier forma que sea, estarás percibiendo destructivamente. 6Las fantasías son un medio para hacer asociaciones falsas y tratar de derivar placer de ellas. 7Mas si bien puedes percibir asociaciones falsas, nunca podrás hacerlas reales excepto para ti.” De “Un Curso de Milagros: VII. Las distorsiones de los impulsos milagrosos”.

 

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