Los sentimientos que pasan
mientras el amor
permanece
Por Hugo Betancur M.D.
El amor es una disposición, un estado de nuestro ser en que nos
relacionamos con otros en equilibrio y en condiciones de iguales.
El amor es continuidad en el tiempo y el espacio.
El amor es certeza y no temor.
El amor no es un sentimiento sino una actitud -una capacidad de ser
y hacer.
Los sentimientos son duales, ambiguos, inestables, escurridizos:
hoy te percibo de una manera y mañana te percibo en una forma completamente distinta
o contradictoria, dependiendo de cómo me halagas y cómo satisfaces mis
expectativas.
Los sentimientos son pasajeros aunque parezcan durar siglos en
nuestra borrosa memoria. Dependen de nuestra percepción y de nuestra fluctuante
emocionalidad.
Los sentimientos son utilitarios, interesados, condicionantes,
poco confiables porque están atados a los requisitos de nuestros egos.
Nuestros sentimientos son infantiles y simples, tan previsibles
como las reacciones de los niños cuando son mimados o desdeñados.
El amor, en cambio, es maduro. No está sometido a las dádivas
con que otros pueden comprometernos o embelesarnos, -o con que nosotros podamos
comprometerlos o embelesarlos a ellos-; sus acciones son espontáneas
y autónomas porque no son motivadas por alguna retribución que esperemos o que podamos ofrecer.
y autónomas porque no son motivadas por alguna retribución que esperemos o que podamos ofrecer.
Desde la mirada del amor tenemos una conciencia de otros:
"te veo en mí" o "te veo desde mi ser" -es lo que
manifestamos en nuestras relaciones establecidas desde la sabiduría del
corazón.
Porque es generoso, el amor puede acoger, restaurar y reparar
aquellas situaciones y relaciones que fueron afectadas por nuestros actos.
Los sentimientos suscitan emociones de atracción o repulsión;
son explosivos y elocuentes, caprichosos y volubles.
El amor es apacible, sereno en su fortaleza y en su sincera
hospitalidad, es el refugio seguro cuando la tormenta arrecia y el festivo
acompañante cuando el sol sale de nuevo sobre el paisaje devastado.
Una vez que pasó la función, los actores nos despojamos de
nuestros trajes, ostentosos o discretos, de nuestros papeles grandilocuentes o
corrientes, de nuestras jerarquías o nuestros yugos -según el drama
representado- y nos miramos a los ojos calladamente.
Si el amor nos congregaba, permanecemos allí cálidamente,
regocijados por lo que vivimos, conmovidos junto a los compañeros de jornada
que siguen con nosotros.
Si nos guiaban los sentimientos, nuestros rostros distraídos
ignoran ese espacio de llegada donde concurrimos y nuestras mentes permanecen
lejos evaluando los resultados -cuál fue la ganancia o la pérdida, cuál fue la ventaja
o el riesgo, quién puso más-quién puso menos, cómo elaborar los planes para el
futuro ilusorio en que la retribución supere la inversión y en que la
conveniencia predomine sobre el afecto.
Desde las consideraciones de los sentimientos decimos a los
demás: “Te quiero por lo que me das; quiero que sigas a mi lado para que me
sirvas”.
Desde las consideraciones del amor decimos a los demás “Quiero
darte porque te amo; quiero que sigas a mi lado para servirte”.
Los sentimientos, por su polaridad, los expresamos bajo la
conveniente o correspondiente emoción que nos provocan, y eso es lo aparente
para el momento de nuestras relaciones. Sometidos a nuestras percepciones y a
nuestros sistemas de creencias, manifestamos entonces sentimientos cambiantes
según las circunstancias y según los afectos que experimentamos.
El amor es realidad, constante y flexible a pesar de las
circunstancias y de las aparentes necesidades.
Los sentimientos nos separan o nos arrastran en sus vaivenes a
medida que el tiempo transcurre; el amor nos reúne.
Los sentimientos nos llenan de satisfacción o nostalgia respecto
a relaciones que consideramos triunfos o fracasos del pasado; el amor nos llena
de gratitud sobre relaciones que consideramos privilegios siempre presentes.
Hugo Betancur (Colombia)
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2 comentarios:
me encanto lo que escribes totalmente de acuerdo contigo sobre los sentimientos y amor, saludos de una nueva lectora.
Totalmente de acuerdo. MUY bueno. Gracias por publicar esto.
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