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jueves, 17 de noviembre de 2011

MANÍAS Y MANÍACOS

Una mañana de niebla en Anzá, Antioquia.

MANÍAS

(Cuando damos más importancia a nuestras actividades  y creencias que a las relaciones reciprocas concertadas).

 

Hugo Betancur

 

El diccionario de la Real Academia Española define manía como "extravagancia, preocupación caprichosa por un tema o cosa determinada".

 

Las manías son ideas fijas;  quienes las padecen hacen un culto rutinario a su ejecución precisa e inaplazable.

 

Necesariamente los seres humanos maniacos actúan conflictivamente.  Los demás deben cumplir rígidamente las condiciones que ellos les imponen.

 

Vemos a los maniacos empeñadas en un riguroso ordenamiento de objetos y ambientes, y en una actitud constante de voraz vigilancia sobre los demás.

 

Cuando alguien actúa en una forma diferente a la que los maniacos han establecido como aceptable o adecuada, estos se muestran inconformes y hostiles.

 

Normalmente, como una característica destacada de su personalidad, los maniacos se consideran a sí mismos como autoridades; por  esa razón intentan oprimir a otros exigiéndoles que se ajusten a sus normas y pretensiones. (Si los maniacos ocupan una jerarquía superior dentro de la rutina social o laboral, su autoritarismo se desmanda).

 

Si los maniacos no pueden imponer sus condiciones porque en su escenario otros tienen un rango más elevado que el suyo, entonces protestan veladamente, o se sienten víctimas de ellos, o adoptan estrategias para convencerlos sobre los valores y conveniencias de su particular estricta elección.

 

En su extremado celo por preservar sus manías, se tornan previsivos y pedagógicos y aleccionan a los posibles infractores de sus requisitos, advirtiéndoles sobre los riesgos que podrían afrontar si no proceden en la forma que ellos consideran correcta.   Les ilustran claramente sobre cómo proceder para evitarles frustraciones y enojos.

 

     Los maniacos adquieren rasgos de inflexibilidad en defensa de sus obsesiones.  Se tornan intolerante y recelosos, y tienden a recordar con resentimiento, amargura o expresiones de reproche las acciones de los demás que no se ajustaron a los moldes de sus expectativas -y pueden llegar al extremo de tomar venganza como reacción de castigo contra los transgresores de sus demandas.

 

Sus relaciones se tornan tirantes.  Quienes rodean a estos seres humanos caprichosos adoptan conductas imprevistas: algunas veces, tolerantes como estrategia para una interrelación cordial; otras veces, fingidamente obedientes; ocasionalmente, abiertamente reactivos y de franca oposición cuando las circunstancias parecen caóticas.

 

Siempre los maniacos restringen las actividades de quienes comparten sus espacios con ellos.  Traen del pasado una carga de rituales obligatorios en sus mentes.  Se niegan sistemáticamente la opción de fluir libre y espontáneamente con su prójimo en relaciones de respeto, solidaridad, comprensión y entendimiento equitativo.

  

Objetivos y creencias parecen volverse tan prioritarias para ellos que responden a las manifestaciones de otras personas con ademanes y expresiones disociadoras y desdeñosas –hasta con actitudes arrogantes y desafiantes cuando su vano ego se desenfrena.

 

Cada situación que atraviesan y cada manía que repiten alteran su desempeño.

 

Ninguna persona cambia si no ha establecido ese propósito en su mente.   Normalmente, las personas aquejadas por este padecimiento carecen de una consciencia autocrítica que les permita verse a sí mismas en sus relaciones, o son demasiado egocéntricas, o tienen un bloqueo hacia la comunicación y rehúsan el diálogo constructivo con los demás. Con frecuencia encontramos en estas personas una sobrevaloración inadecuada de sí mismas y un complejo de superioridad –que realmente es solo jactancia- que las lleva a exigir el culto a sus personalidades y un reconocimiento adulador de los demás.

 

Con el transcurso del tiempo, la infelicidad ensombrece las vidas de los seres humanos que adoptan esta monótona y deplorable tendencia maníaca, lo que obliga a sus allegados a interactuar cautelosa y prudentemente junto a ellos.

 

Cuando se vuelven incontrolables y perturbadores, los maniacos, por su voluntad o por la presión de sus allegados, acuden a una evaluación médica. Inevitablemente son diagnosticados con alguno de los ítems previstos en el capítulo de trastornos afectivos y del comportamiento. Posiblemente reciban una prescripción de fármacos que actúan sobre el cerebro para bajarles el ímpetu y refrenar las expresiones desaforadas que sus mentes no lograron resolver con ecuanimidad.

 

Hugo Betancur (Colombia)

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CLASIFICACIÓN DE ENFERMEDADES MENTALES CIE-10

F30-39 Trastornos del humor (afectivos)

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