MENTE Y
MENTALIDAD
Hugo
Betancur
Nuestras crisis y las crisis del mundo exterior nos confrontan con
nuestro depósito de creencias, nuestro ideario particular. Nos llevan a
descubrir o identificar cuáles son nuestras fortalezas, nuestros soportes,
nuestra adaptación y nuestra disposición a los cambios.
¿Qué podemos hacer cuando se presentan las situaciones nuevas, los retos
imprevistos, la ruptura de relaciones, el abandono abrupto de nuestros
ambientes habituales, la soledad que súbitamente nos confina, la lejanía de
nuestros más queridos compañeros de convivencia o de viaje...?
Ahora nos instruyen: “Debes hacer frecuentes pausas para meditar en
quietud, en soledad, sin ruido exterior, sin prisa, sin temor. Vuélvete hacia
adentro, no mirando al espejo tu imagen inerte ni a lo que te rodea, sino hacia
lo profundo de tu mente, con los ojos cerrados y la respiración sosegada y
rítmica. Escucha en la quietud, en el silencio, en un espacio donde lo externo
pierda su importancia por un momento, donde los yugos externos sean alejados
mientras la mente hace una pesquisa sobre lo que ha rehusado atender o
contemplar como observadora, o simplemente sobre lo que ha guardado para
revisar después, mientras la comprensión en presente fue antes ignorada, o
aplazada, o desechada”.
Las preguntas de cada uno no son las de los otros -aunque tengan algún
parecido. Y las respuestas correctas de cada uno son las que le llevan a la
paz, a la comprensión, al entendimiento de la inevitabilidad de las
experiencias y relaciones que muchas veces tienen su propósito por descubrir en
el presente que va sucediendo -no en el pasado ni en el futuro que son tiempos
brumosos donde sólo hay imágenes y no respuestas.
Cada uno de nosotros dispone de una mente y una mentalidad.
Nuestras mentes son instrumentos de percepción que reciben toda la
información de nuestras vidas.
De todo lo que experimentamos o vivenciamos o percibimos nuestras mentes
conforman una mentalidad. Todos los sucesos en la historia de nuestra
existencia incentivan unas acciones de respuesta y unas deducciones, siempre
subjetivas.
Muchas veces escuchamos expresiones como “mente bondadosa”, “mente
brillante”, “mente creativa”, “mente perversa”, “mente conflictiva”, “mente
violenta”. Posiblemente con esos calificativos rotulamos la mentalidad de otros
luego de analizar sus comportamientos y actitudes. Si los adjetivos que
aplicamos son desfavorables estigmatizamos a quienes son objeto de nuestros
juicios.
Consideramos que una mentalidad recta o justa es propia de seres humanos
equilibrados, virtuosos, sociables, de vidas sanas. Por contraste, consideramos
que una mentalidad torcida o dañina es propia de individuos repulsivos
discriminadores, de vidas problemáticas.
Podemos proclamarnos exitosos e inteligentes si apreciamos prosperidad y bienestar en nuestras vidas; o proclamarnos fracasados si hay pobreza y malestar en nuestras vidas -en muchas ocasiones hay riqueza y malestar, otra condición funesta.
El remedio más provechoso cuando nuestras vidas son tormentosas e ingratas puede ser un cambio de mentalidad. Sin embargo, ese cambio de mentalidad es realizable solo si alcanzamos una consciencia sobre las desventuras de nuestra existencia que nos incite a idear unos propósitos y unas acciones de cambio. Esa consciencia, esos propósitos y esos cambios podemos o debemos realizarlos en el presente continuo -en el “momentum” y en el “continuum” de nuestras existencias (estas palabras latinas las considero óptimas, no dispongo de otras que tengan un significado tan conciso como éstas)-.
Nuestra mentalidad surge de una integración y procesamiento de la
información que percibimos del mundo y de la vida. De esa mentalidad brota la
aplicación o uso que hacemos luego al asumirla como un cohesionado archivo de
creencias en nuestras relaciones.
El mundo que percibimos en nuestras mentes es el mundo que nos asusta,
nos conmociona o nos maravilla. Todo está supeditado a la mentalidad que
hayamos establecido.
Podemos cambiar la mentalidad cambiando la percepción. Si queremos un
mundo acogedor podemos crearlo en nuestras mentes observándolo con una visión
amable e interpretándolo como el mundo donde todo sucede, un espectáculo
contrastante de luces y penumbra, de calidez y frío, de paz y adversidad, de
alegría y tristeza, de soledad y acompañamiento.
Como espectadores somos afectados cuando escogemos alguna de las
manifestaciones de la dualidad. No nos es posible percibir un mundo neutro; sin
embargo, posiblemente la más sabia comprensión es la de definirlo como un
escenario donde sucede una trama previamente dispuesta para los personajes,
donde cada uno se ciñe a su rol y a su representación correspondiente.
Cada espectador atento y sosegado puede ver el mundo tal como aparece ante sus
ojos y puede distinguir los personajes como se representan a sí mismos; él no
puede cambiar los papeles y elecciones que ellos protagonizan, solo puede
cambiar o ajustar su enfoque y decidir cómo interpreta sus acciones. Nuestra
visión y percepción depende de la mentalidad que apliquemos ante está
abigarrada e impredecible película de la vida.
Hugo Betancur (Colombia)
______________________________________________
Momento, de la palabra
latina 'momentum', viene de 'movimentum', es algo
así como la manifestación en el tiempo de
algo que sucede y puede ser observado.
Continuo, de la
palabra latina 'continuus', que sucede sin interrupción en una línea imaginaria
de tiempo.
_________________________________________________
Otras
ideas de vida en:
http://ideas-de-vida.blogspot.com/
http://pazenlasmentes.blogspot.com/
http://es.scribd.com/hugo_betancur_2
http://es.scribd.com/hugo_betancur_3
Este
Blog:
No hay comentarios:
Publicar un comentario