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jueves, 3 de mayo de 2012

Subjetividad versus objetividad


VISIONES SUBJETIVAS

Por Hugo Betancur M.D.


Nuestra visión de la vida y de los seres vivos es siempre un fenómeno subjetivo, lo que percibimos o interpretamos desde nuestras mentes.

Lo que llamamos objetivo es simplemente aquello que puede ser acomodado a un patrón de observación, o de definición, o a unas leyes de comportamiento derivadas de la experiencia –leyes aplicables a seres humanos, a seres animales, a las manifestaciones de conformación de la energía (desde lo más etéreo y sutil velado a los sentidos hasta lo más denso y concreto perceptible con estos).
Llamamos objetivo a todo aquello que nosotros consideramos real y que sigue las condiciones impuestas por nuestras mentes: observadores diferentes pueden expresar percepciones y conceptos diferentes sobre el mismo evento o fenomeno contemplado.

Varios observadores pueden relatarnos las acciones y eventos que contemplan. Pueden ser muy minuciosos o muy precarios en la descripción. Según sus datos y según nuestras mentes, podemos imaginarnos o representarnos lo que ellos nos cuentan verbalmente. Los cuadros que ellos pintan con sus palabras pueden parecernos confusos o muy ricos en detalles, según sus condiciones o según nuestras condiciones.

Como seres humanos, nuestra percepción corresponde al estado de evolución de nuestras mentes y al conocimiento que tengamos de lo que vemos. Nuestras personalidades nos limitan o nos permiten una comprensión adecuada de las manifestaciones de la vida y de nuestras relaciones. Somos seres subjetivos en nuestras expresiones y en nuestro entendimiento; lo que hacemos procede de lo que somos.

Una triada clásica nos plantea tres enfoques sobre nuestras vidas particulares:

1. Como nos mostramos a los demás o como nos ven ellos.
2. Como nos vemos nosotros.
3. Como somos.

Las dos primeras opciones consideran lo que aparentamos. La tercera considera lo que somos –el ser de cada uno.

La disciplina de la psicología ha identificado patrones comunes de comportamiento que tenemos como especie humana (muchos de estos compatibles con las respuestas y conductas de los mamíferos) lo que nos induce a pensar que tenemos hábitos y reacciones particulares que nos asocian y nos identifican como colectividad (los miembros de ese conjunto actuamos con pautas comunes en eventos y relaciones sucedidos en tiempo y espacios diferentes, como si la información utilizada para representar nuestros papeles proviniera de una mentalidad masiva).

Existe también comportamientos paralelos muy particulares y conflictivos que nos muestran el predominio de egos muy absorbentes y caprichosos en seres humanos arrogantes y utilitaristas o ignorantes -lo subjetivo resalta en sus relaciones con otros a quienes desdeñan y discriminan pretendiendo obtener de ellos un culto a sus personalidades competitivas y disociadas.

Bajo la dualidad del mundo podemos vivir como seres integrados, conscientes de que el daño que causemos a los demás nos lo causamos a nosotros mismos y que el beneficio que aportamos a los demás nos lo aportamos a nosotros mismos; o podemos vivir como seres separados que perseguimos nuestros propios intereses y ambiciones, que ignoramos las consecuencias de nuestras acciones y negamos nuestra responsabilidad cuando afectamos destructivamente las vidas de otros.

La integración nos congrega en la dimensión del ser, con sus atributos de respeto y valoración ; la separación pertenece a la dimensión del ego, con sus mañas peculiares y sus estrategias de manipulación y menosprecio.

Mientras más sabemos acerca de algo o de alguien, nuestro entendimiento es mayor. Ese saber debe estar ajustado a los rasgos y características de la situación o de la persona que evaluamos o pretendemos juzgar.

Nuestras opiniones proceden de suposiciones o presunciones, por lo que podemos caer bajo los espejismos de la apariencia o de lo posible; nuestros conceptos proceden de evidencias y están más acoplados a los sucesos y al ámbito de lo probable.

Sin embargo, estamos siempre limitados por los contenidos de nuestras memorias e intelectos y por nuestras creencias cuando intentamos definir o entender el movimiento de la vida. Vemos desde lo que somos y desde las posiciones que ocupamos transitoriamente -y muchas de las situaciones y acciones que nos permitirían una sabia comprensión del conjunto están fuera del campo de visión de nuestras mentes.

Hugo Betancur (Colombia)
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