VISIONES
SUBJETIVAS
Por Hugo Betancur M.D.
Nuestra
visión de la vida y de los seres vivos es siempre un fenómeno subjetivo, lo que
percibimos o interpretamos desde nuestras mentes.
Lo que
llamamos objetivo es simplemente aquello que puede ser acomodado a un patrón de
observación, o de definición, o a unas leyes de comportamiento derivadas de la
experiencia –leyes aplicables a seres humanos, a seres animales, a las
manifestaciones de conformación de la energía (desde lo más etéreo y sutil
velado a los sentidos hasta lo más denso y concreto perceptible con estos).
Llamamos
objetivo a todo aquello que nosotros consideramos real y que sigue las
condiciones impuestas por nuestras mentes: observadores diferentes pueden
expresar percepciones y conceptos diferentes sobre el mismo evento o fenomeno
contemplado.
Varios
observadores pueden relatarnos las acciones y eventos que contemplan. Pueden
ser muy minuciosos o muy precarios en la descripción. Según sus datos y según
nuestras mentes, podemos imaginarnos o representarnos lo que ellos nos cuentan
verbalmente. Los cuadros que ellos pintan con sus palabras pueden parecernos
confusos o muy ricos en detalles, según sus condiciones o según nuestras
condiciones.
Como seres
humanos, nuestra percepción corresponde al estado de evolución de nuestras
mentes y al conocimiento que tengamos de lo que vemos. Nuestras personalidades
nos limitan o nos permiten una comprensión adecuada de las manifestaciones de
la vida y de nuestras relaciones. Somos seres subjetivos en nuestras
expresiones y en nuestro entendimiento; lo que hacemos procede de lo que somos.
Una triada
clásica nos plantea tres enfoques sobre nuestras vidas particulares:
1. Como nos
mostramos a los demás o como nos ven ellos.
2. Como nos
vemos nosotros.
3. Como
somos.
Las dos
primeras opciones consideran lo que aparentamos. La tercera considera lo que
somos –el ser de cada uno.
La
disciplina de la psicología ha identificado patrones comunes de comportamiento
que tenemos como especie humana (muchos de estos compatibles con las respuestas
y conductas de los mamíferos) lo que nos induce a pensar que tenemos hábitos y
reacciones particulares que nos asocian y nos identifican como colectividad
(los miembros de ese conjunto actuamos con pautas comunes en eventos y relaciones
sucedidos en tiempo y espacios diferentes, como si la información utilizada
para representar nuestros papeles proviniera de una mentalidad masiva).
Existe
también comportamientos paralelos muy particulares y conflictivos que nos
muestran el predominio de egos muy absorbentes y caprichosos en seres humanos
arrogantes y utilitaristas o ignorantes -lo subjetivo resalta en sus relaciones
con otros a quienes desdeñan y discriminan pretendiendo obtener de ellos un
culto a sus personalidades competitivas y disociadas.
Bajo la
dualidad del mundo podemos vivir como seres integrados, conscientes de que el
daño que causemos a los demás nos lo causamos a nosotros mismos y que el
beneficio que aportamos a los demás nos lo aportamos a nosotros mismos; o
podemos vivir como seres separados que perseguimos nuestros propios intereses y
ambiciones, que ignoramos las consecuencias de nuestras acciones y negamos
nuestra responsabilidad cuando afectamos destructivamente las vidas de otros.
La
integración nos congrega en la dimensión del ser, con sus atributos de respeto
y valoración ; la separación pertenece a la dimensión del ego, con sus mañas
peculiares y sus estrategias de manipulación y menosprecio.
Mientras
más sabemos acerca de algo o de alguien, nuestro entendimiento es mayor. Ese
saber debe estar ajustado a los rasgos y características de la situación o de
la persona que evaluamos o pretendemos juzgar.
Nuestras
opiniones proceden de suposiciones o presunciones, por lo que podemos caer bajo
los espejismos de la apariencia o de lo posible; nuestros conceptos proceden de
evidencias y están más acoplados a los sucesos y al ámbito de lo probable.
Sin
embargo, estamos siempre limitados por los contenidos de nuestras memorias e
intelectos y por nuestras creencias cuando intentamos definir o entender el
movimiento de la vida. Vemos desde lo que somos y desde las posiciones que
ocupamos transitoriamente -y muchas de las situaciones y acciones que nos
permitirían una sabia comprensión del conjunto están fuera del campo de visión
de nuestras mentes.
Hugo
Betancur (Colombia)
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